Mira que hace calor en los hospitales. Entre la excesiva temperatura, los olores y la confluencia de especímenes humanos, toda estancia se me hace desagradable aunque sea para ‘felicitar’ a una pareja por el advenimiento al mundo de un nuevo sufridor.
En la habitación la madre se regocija por la admiración que despierta su retoño cuando abuelas y demás visitas alaban la gran belleza del recién alumbrado y sus parecidos con éste o aquel pariente. Es sorprendente como algunos son capaces de ver bonitos mofletes enmarcando preciosos ojos cuando el susodicho está de espaldas enseñando el culo. Misterios de la percepción humana.
El padre, a cierta distancia y con cara circunspecta, exhibe una media sonrisa mientras se autoconvence de que el niño tiene su nariz y sus orejas. En realidad, a él le gustaría que tuviese su pito, ese que lleva nombre desde que a los doce años no pudo reprimir el impulso de bautizarlo. Un hito en la vida que marca un punto de inflexión en la existencia de todo macho. Algo muy por encima de su primera experiencia sexual y tan solo por detrás del hecho de medírsela, cosa que ya se ha hecho antes y que, además, da lugar al sustantivo que lo representa. Yo al mío le llamé Braulia, creo que tenía algo que ver con los graaaandes brontosaurios que tanto me gustaban por entonces ;).
Y en tal situación, entre tanta algarabía, me encontraba yo. Afortunado de poder asistir a tan imponente representación. Una auténtica obra de teatro ensayada una y otra vez por generaciones hasta alcanzar un alto grado de automatismo y perfección.
Mis mandíbulas apretadas, ceño fruncido, brazos cruzados y mirada láser tipo espada Star Wars no aconsejaban pedirme opinión sobre la magnífica criatura de menos de medio metro, color morado, cabeza de Alien y arrugas de tripa de cerdo que era centro de atenciones y despropósitos pero, como también es norma, alguien inconsciente gusta de hacer partícipe a todo el mundo de las bacanales de hipocresía predominantes.
Suelo aguardar ese momento pacientemente, cual serpiente constrictor enroscada en una rama que espera que su presa esté a tiro para abalanzarse sobre ella sin piedad. Masticando la espera, rumiando la excitación como un pescador que observa como la boya comienza a moverse hasta que al fin, se hunde.
Y una vez más fue formulada la pregunta retórica. Aquella cuya respuesta está escrita en los manuales sobre el amor y la familia. Aquella que normalmente se contesta con una sonrisa y ojos muy abiertos, con cara de niño embelesado en su primera función de circo. Aquella que adoro contestar porque, al hacerlo, tengo una especie de orgasmo social que, además, me dura más que el otro.
– ¿A que es guapo?
– Pues sí, lo es. Tanto que si le ponemos picante parecería un botillo. Vayan con cuidado y no se empachen que ya se sabe, cualquier cosa en exceso puede ser perjudicial.
Y es que contradecir la norma siendo sincero me resulta muy agradable, alimenta mi autoestima y fomenta mi confianza. Para un ateo como yo, el riesgo de ser repudiado y enviado al infierno por los adoradores de la dualidad Dios-Demonio, no es más que un dulce postre que saboreo relamiéndome.
Además, muchos psicólogos recomiendan la asertividad como una conducta positiva y renovadora. Que queréis que os diga, yo tan solo trato de ser un buen paciente.
[La foto es una composición que se me ocurrió para esta entrada. Una serpiente, un puñal y la naturaleza de fondo. A que mola.]
Aquí ya sabes que discrepamos. Pero me da la sensación de que a ti te gusta ser un “enfant terrible” y además se te da bien. Y no niego que tiene su encanto, y a veces es necesario. A largo plazo sin embargo creo que es mejor no luchar tantas batallas innecesarias.
La sociedad es falsa, pero parte de esa falsedad es necesaria y conveniente. Sin ella creo que acabaríamos todos matándonos a golpes.
Muy bueno lo de Braulia, aunque no deja de ser paradójico bautizar con un nombre femenino al elemento masculino por antonomasia. Sutil sugerencia subliminal para lectoras la del brontosaurio jajaja.
Un saludo amigo.
Estoy lejos de ser un “enfant terrible”, lo que ocurre es que hay determinadas situaciones en las esta actitud se va cocinando a fuego lento en mi interior y no soy capaz de reprimirla (no siempre me gusta ni me beneficia). Como bien dices, a veces es conveniente luchar ciertas batallas y, otras veces, conviene perderlas sin siquiera luchar. Lo importante es saber elegir bien en cada momento y eso es algo que todavía no he conseguido perfeccionar (llevo un rebelde dentro, es cierto).
En cuanto a usar un nombre femenino como denominación de mi “elemento masculino por antonomasia” tengo que confesarte que en mi historia he usado el nombre “pito” pero en aquellos tiempos infantes la refería habitualmente como “minga dominga”. Menudas escenas me representaba: “Señoritas, les presento a Braulia, una preciosa minga dominga con gran potencial que las llenará de ¿gozo?.”
Saludos!!
jajaja…. la próxima vez escoge otro evento social, que los peques no son conscientes de su fortuna a tan temprana edad…. luego pasa lo que pasa, que se bautizan partes de sí mismos como independientes…. Desde luego hay cosas que seguirán en tradición por muy renegadas que nos parezcan. Saludos.
Jajaja, ese es el verdadero bautizo para un macho que se precie Sonialelo.
Con respecto al cambio yo confío en que es posible y hasta inevitable; otra cosa es el tiempo que necesite y si llegaremos o no a conocerlo.
Gracias por comentar.
Saludos.
Braulia?? minga dominga??? pero que puterío es éste Juan….no esperaba yo esto de ti,…y querías que nos midiésemos los mandobles……dejaaaa,que corra el aire…
Me ha gustado, Cínico y divertido,como debe de ser, pero ¿qué es eso de perder sin luchar?…
Puede ser una actitud muy inteligente, muy cómoda incluso socialmente necesaria…pero realmente te satisface,no es mejor lanzarse y pelear..lo que resulte ya se verá…
Elegir el momento para luchar,rendirse o mirar para otro lado es algo que decide la razón,y ésta es mala consejera cuando se vive en un mundo vuelto del revés.
Actuar y no reaccionar, dicen los budistas…
Pensar antes de hablar te dicen los Filosofos,,,
donde queda entonces nuestra libertad,nuestra dignidad,…de verdad es necesario e incluso conveniente ser , a veces, falso???
Yo no lo creo,antes sátiro,cínico o impresentable que falso, que nos crea problemas, pues desde luego, pero para eso tienes a tu braulia, y yo a mi mandoble y al que le guste bien y al que no …pues por donde amargan los pepinos!!!!
Jajaja, eres un cachondo templario, ¡arriba los mandobles!.
Lo de perder sin luchar lo refiero a aquellos casos en que el enfrentamiento es una total pérdida de tiempo que el oponente no merece; quizá perder no es el término apropiado sino rehuir por coveniencia. Cierto es que puede no ser plenamente satisfactorio pero si inteligente y productivo.
Entre tú y yo, ¡a mí me va la marcha!; al que le guste bien, y al que no, por donde amargan braulias y mandobles!.
Saludos amigo!
jajaja saludos Sir Bichus, que Odin bendiga tu Braulia……
Pues muy bien dicho!!! Tanta estupidez, hombre ya!!! Me imagino los comentarios después… “Uy lo que me ha dicho del niño, que parece un botillo, qué mal educado”.
¡¡¡¡Pues sí señora, el niño es feo!!!! Y a su padre no se parece, ¿qué pasa? ¿hay dudas? pues mire a ver…. En mi cabeza a veces pasan estas cosas aunque no lo diga en voz alta, jajaja. Pero luego caigo en la trampa y me dejo llevar por la farsa. Cada vez menos. Normalmente, si me encuentro en una de estas situaciones, a la nueva criatura la suelo encontrar graciosa… lo que me toca las narices es cuando las viejas criaturas me dicen: ¿y tú, no te animas?. Y mi cabeza vuelve a vociferar y a pensar en el día en que ellos nacieron y no precisamente para felicitar a sus mamás …. :/
No pasa nada, unidos seremos más fuertes porque yo también estoy sometido a los sueños de “las viejas criaturas” jajajaja.
Eres genial Ana.