Las creencias de una persona son las afirmaciones que sostiene o conclusiones que alcanza acerca de sus experiencias y determinan la interpretación que tiene de sí misma y de la realidad. Son generalizaciones sobre sus vivencias y son tan importantes que configuran su identidad y guían sus conductas.
Lo malo es que la mayoría de nosotros no decidimos conscientemente en qué vamos a creer y, además, nuestras creencias se basan a menudo en una mala interpretación de experiencias pasadas. Solemos desarrollar con frecuencia creencias limitantes acerca de quienes somos y de lo que somos capaces. Como no hemos alcanzado el éxito en el pasado creemos que ya no lo podremos alcanzar en el futuro.
La mayoría de quienes dicen ser realistas están viviendo en el temor, asustados ante la posibilidad de verse defraudados de nuevo. A partir de ese temor desarrollan creencias que les hacen vacilar y esconderse. No están dispuestos a arriesgarse. Son los pesimistas. Manejan expresiones como «es lo que hay», «las cosas son así» o «no hay nada que hacer». Estas creencias destruyen su capacidad para actuar y enfrentarse a los retos que se les presentan.
En psicología este estado mental destructivo se denomina incapacidad adquirida. Se presenta en las personas que suponen que tienen información completa de una situación por sus experiencias. Esto es debido a una aceptación rígida de algo que funcionó en el pasado y una negativa a considerar otras alternativas y perspectivas. Estas experiencias pueden ser tanto personales como provenientes de situaciones que han observado en otros. También por aprendizajes familiares.
Los optimistas son aquellos que, a pesar de no disponer de referencias para el éxito, o incluso de tener referencias de fracaso, se las arreglan para ignorarlas. Se imaginan a sí mismos haciendo algo diferente cada vez y teniendo éxito con creencias como «el pasado nunca equivale al futuro» o «si persisto lo conseguiré». Su confianza les hace tenaces y perseverantes y esto les aporta certidumbre lo que contribuye a que desarrollen convicciones poderosas que les ayudan a alcanzar sus objetivos.
Profundicemos (me encanta esta palabra).
Opiniones, Creencias y Convicciones
Podemos dividir las creencias en tres categorías:
1- OPINIONES. Una opinión es un concepto sobre el cual nos sentimos relativamente seguros pero que puede ser cambiado con facilidad porque tenemos referencias ocasionales acerca de su veracidad que son poco firmes (normalmente basadas en impresiones).
2- CREENCIAS. Las creencias se forman a partir de opiniones pero se diferencian de estas en el nivel de certeza que alcanzan. Van ligadas a un sentimiento de certidumbre sobre algo, lo cual crea un vínculo emocional. Las opiniones se convierten en creencias cuando encontramos experiencias suficientes de referencia que las apoyen. Cuanto mayor es la fuerza de las emociones vinculadas mas sólidas son las creencias asociadas a ellas.
3- CONVICCIONES. Una convicción es la certeza de que el significado que atribuimos a las cosas es verdadero. Nuestro pasado, a través de las experiencias, es una fuente de nuestras certezas, pero no es la única. Podemos convertir cualquier creencia en convicción si aportamos suficientes referencias para sostenerla. Es más fuerte que una creencia debido a la intensidad emocional que vinculamos a ella. Una persona que sostiene una convicción no sólo se siente segura de su certeza, sino que incluso se enoja si se la pone en duda. No está dispuesta a cuestionarse sus referencias, ni siquiera por un momento. Son totalmente resistentes a nueva información llegando pudiendo llegar incluso a la obsesión.
[Esta imagen va para los grafólogos. Por favor, decidme lo cerca que estoy de la psicopatía]
Referencias
Las fuentes de referencias pueden ser propias o ajenas. Las ajenas proceden de experiencias e informaciones de otros (personas, medios de comunicación, libros, revistas) y suelen carecer de un componente emocional (o éste es bajo). Las experiencias personales que van unidas a fuertes emociones (porque fueron dolorosas o placenteras) son mucho más fuertes y sólidas.
Cuanto mayor sea el número de referencias que apoyen una idea, tanto más fuerte será la creencia que pongamos en ella. No tienen que ser referencias exactas o ciertas, pueden ser reales o imaginarias. Incluso las que constituyen nuestras propias experiencias, por muy sólidamente que las sintamos, pueden verse distorsionadas por nuestra perspectiva personal.
Al margen de dónde procedan nuestras referencias, empezamos a aceptarlas como reales y ya no las cuestionamos. Esto puede tener consecuencias negativas dependiendo del tipo de creencias que adoptemos. Además, cuando tenemos una opinión o creencia sobre algo, nuestro cerebro actúa filtrando la información procedente del medio. Buscando referencias que confirmen esa versión e ignorando las que la contradigan. Es lo que se denomina sesgo de confirmación.
A modo de ejemplo yo puedo tener la opinión o creencia de que nacen más niños en primavera porque en verano, con el calorcito, se practica más sexo (yo soy más de lluvia y chimenea). Mis referencias podrían ser que conozco a muchos nacidos en esa época, he leído informaciones que lo afirman, tengo un hijo nacido en esa estación…etc.
Estos días he visto una noticia que decía que se batió un record guiness de reunión de embarazadas en Barcelona, con lo que podría pensar «ves, lo que yo creo». He seleccionado una información que a priori corrobora mi opinión (sesgo) pero que, por ende, no resulta veraz. En la noticia no se dice que fueran a dar a luz en primavera (lo he supuesto). Además seguro que también es posible reunir esa cantidad de embarazadas en otra época del año (ahora estoy sesgando al buscar referencias en contra de la creencia).
De aquí para allá
Para aclarar el proceso de como pasamos de opinión a creencia y luego a convicción vamos a analizar una idea como puede ser «opino que no se debería conducir habiendo consumido alcohol». Para formarnos esta opinión habremos partido de informaciones y puede que de alguna experiencia ajena o propia con un componente emocional bajo.
Si reforzamos esta opinión con más referencias que la apoyen, como pueden ser noticias y estadísticas sobre accidentes (donde el consumo de alcohol estaba presente) y le unimos alguna experiencia personal con un componente emocional más intenso ya tenemos una creencia. La frase que la defina podría ser «creo firmemente que no se debería conducir habiendo consumido alcohol» o «me molesta que la gente no se de cuenta de que no se debe de conducir si se ha consumido alcohol».
Si a esta creencia le sumamos una o varias experiencias traumáticas relacionadas, que nos hayan marcado emocionalmente por su especial intensidad, ya tenemos una convicción. En este nivel de convencimiento se puede llegar a sentir auténtico desprecio por las personas que vayan en su contra. Los pensamientos de esta persona podrían ser «me indigna que haya gente que conduzca habiendo bebido». Incluso, si su implicación emocional es muy alta podría pensar «a los que beben al volante habría que matarlos» o «me da asco la gente que conduce habiendo bebido».
Identidad
La suma de nuestras creencias acerca de lo que somos capaces de hacer, sobre lo que es posible o imposible, sobre lo que somos, es lo que determina lo que haremos o dejaremos de hacer para lograr algo en la vida. Todas estas creencias conforman nuestra manera de pensar y de relacionarnos, nuestra identidad (lo que creemos que somos).
Cualquier cambio en esta definición personal afectará directamente a nuestras habilidades, conductas y aspiraciones. La identidad es el filtro por el que pasan todas las decisiones que tomamos. La convicción central por medio de la cual interpretamos todas nuestras experiencias vitales.
Existe una tendencia generalizada en las personas a representarse a sí mismas con límites y fronteras «yo soy», «yo no soy», «la vida es». Normalmente, las personas con experiencias reducidas o ‘pobres’ extraen creencias más rígidas. Frases del estilo de «un Vázquez nunca pide nada» o «los españoles somos así» denotan este tipo de actitudes.
Se denomina prueba social a creer en algo porque ‘todo’ el mundo lo cree. Una especie de búsqueda de guía en lo que creen los demás. Refranes, tópicos, etiquetas y encasillamientos forman parte de esta visión parcial y limitante de la realidad.
Las palabras que asociamos con nuestra experiencia se convierten en la propia experiencia.
Aprendiendo a Creer
Todos los progresos personales empiezan con un cambio en las creencias. Los pasos que debemos seguir son:
1- Descubrir que creencias están detrás de nuestras actuaciones y forma de pensar.
2- Valorar si estas creencias son adecuadas para alcanzar los objetivos que pretendemos conseguir.
3- Si no lo son, modificarlas o sustituirlas por otras que nos permitan obtener esos resultados. Es importante no tratar de borrar o eliminar una creencia sin cambiarla por otra porque las creencias dan estructura a la personalidad y sostienen la identidad.
Una de las formas de modificar creencias consiste en que la persona pueda tener la ocasión de vivir en un contexto que le ofrezca múltiples oportunidades para encontrarse con evidencias que contradigan esas creencias. Esto funciona normalmente con las que son rígidas o poco objetivas y que se caracterizan por el hecho de tener pocas experiencias sobre el tema.
Una buena opción es viajar mucho y mejor cuanto más diferentes de la nuestra sean las sociedades de los países que visitamos (la casa de la abuela no vale). Lo ideal sería vivir en esos lugares y no solo hacer turismo. Esto nos daría la oportunidad de profundizar en su modo de vida y de vivir una experiencia más prolongada que nos enriquezca sobremanera.
[En este sentido os recomiendo este artículo de Mertxe Pasamontes que trata sobre razones para viajar.]
Otro proceso muy efectivo consiste en lo siguiente:
1- Sembrar la duda sobre la creencia que queremos cambiar por medio de informaciones o experiencias que la cuestionen (referencias). Solo así estaremos dispuestos a cambiarla. Al mismo tiempo estas u otras referencias han de reforzar la nueva creencia que queremos adoptar.
2- Asociar un fuerte dolor con la antigua creencia. Debemos sentir que esa creencia no solo nos ha producido dolor, sino que nos lo produce y nos lo va a seguir produciendo. El dolor es la fuerza más poderosa que podemos usar para cambiar cualquier cosa.
3- Asociar un fuerte placer a la nueva creencia que queremos adoptar. La razón por la que tenemos una creencia sobre algo es porque asociamos dolor a no creerlo así.
4- Emprender la acción. Cada acción que tomemos fortalecerá nuestro compromiso y elevará el nivel de nuestra intensidad emocional y de nuestra convicción.
En este artículo te cuento como conseguí cambiar mi alimentación para curar el ERGE y la Hernia de hiato que me habían provocado unos hábitos poco saludables.
¿Como podemos encontrar creencias válidas que nos ayuden?
Sencillamente buscando personas que hayan obtenido los resultados que deseamos obtener e imitándoles. Podemos averiguar que creencias y comportamientos emplean preguntándoles directamente (si tenemos la posibilidad) o a través de libros, entrevistas o publicaciones en las que nos faciliten esa información.
Las creencias que tenemos acerca de la vida controlan todas nuestras decisiones y, en consecuencia, nuestro futuro.
«Aprende a creer y crearás.»
[La foto se corresponde con una inscripción hecha en la pared de los baños públicos de un pub. Pobrecillo.]
1) Me ha encantado este post. Es un tema que me fascina y me gusta la manera de tratarlo que tienes.
2) Me preocupa tu tendencia a mirar todos los carteles de los baños.
3) No entraré en discusiones sobre la naturaleza de las mujeres. Pueden ser implacables si alguien no les gusta o lo contrario si les gusta. Lo que sí que no admito es que nadie diga que la Ley es hermosa. La Ley , en España en estos momentos, y no hablo ya del contenido ( que sería aún peor) sino de la estética es desastrosa, asistemática, y carente de todo tipo de belleza.
Enhorabuena por el post.
Gracias compañero.
A mí, todo lo que sea profundizar en nuestro funcionamiento, me atrae sobremanera. Escribir sobre ello no hace más que reforzar y enriquecer mi propio mapa.
Ya he comenzado a notar los efectos de escribir en el blog. Lo cierto es que me noto como más ‘despierto’. Las ideas fluyen con mayor facilidad y soltura. Me empiezan a ‘sobrar argumentos’ cuando converso con alguien (sin soberbia eh).
No solo miro los carteles de los baños, lo miro ‘casi’ todo (literal). Esto lo podrás comprobar en las fotos con las que iré acompañando los artículos (algunas no os las enseñaré jeje). Forma parte de mi proceso de estar mas ‘despierto’.
Con respecto a la frase, no sé la intención de quién la escribió pero, si realmente se la cree, tiene un problema y debería cambiar sus creencias (en varios sentidos como bien comentas).
¡Gracias de nuevo!
Creo que tu visión de las creencias es la de la PNL; y si buscamos su orígen filosófico llegaríamos al pragmatismo (como filosofía del conocimiento) de William James. No me convence esto de que la verdad es lo que es útil, eficaz, o lo que te facilita la vida. Yo sigo considerando que una creencia es cierta en tanto en cuanto se corresponda con la realidad, con independencia del sujeto que la sostiene.
Dicho esto, las creencias afectan a la vida; yo tengo la esperanza de que creencias más ajustadas a la realidad (no a la utilidad) terminan siendo útiles o dicho de otro modo: «no hay nada más práctico (útil) que una buena teoría (verdadera o bastante verdadera)»
En resumen, yo separaría la verdad de la utilidad. Prefiero la racionalidad a la utilidad como el criterio regulador de mis creencias. Racionalidad implica: coherencia de la teoría (sin contradicción en sus elementos), evidencia empírica, congruencia con otras teorías (o coherencia externa) y argumentación.
Estos son temas un poco filosóficos que creo que se separan del propósito de tu artículo.
Pienso que lo que creemos que es real tan solo es provisional y está sujeto a cambios debido a investigaciones y descubrimientos futuros. Cuantas cosas a lo largo de la historia se creían ciertas y luego resultaron no serlo.
Incluso las evidencias empíricas están sometidas a este tipo de duda. Hay pocas cosas sobre las que tengamos una certeza absoluta por ello, las creencias basadas en la racionalidad, pueden resultar erróneas.
Tampoco defiendo que las creencias basadas en lo que funciona sean la verdad pero, si te resulta beneficioso usarlas, adelante.
Certeza absoluta no hay ninguna, pero aparte de la razón y la experiencia, se me ocurren pocas otras fuentes de seguridad en las creencias.
A mí también me ha chocado eso de que la ley es hermosa.
Las creencias las podemos cambiar. Hay muchas que nos hacen más mal que bien y sobre esas tenemos que trabajar para vivir mejor.
¡Podemos crear creyendo!
Un saludo
Desde luego que sí Manuel; ¡esa es la actitud!. Gracias por participar,. Un saludo.
Hola Juan, pasa y ponte cómodo, te invito a leer mi opinión, te va a llevar un ratito:
En primer lugar quería decir que me gusta tu naturaleza observadora, es una actitud muy positiva.
En segundo lugar, me gustaría hacer un comentario respecto a lo que se ha hablado de la ley. Se ha dicho que la ley carece de belleza y eso no es del todo así para quien ha estudiado sobre leyes, al menos en España. Quien no ha estudiado, entiendo que no se entere de nada.
La ley por supuesto que es hermosa, surge de un pacto social para regular el orden social y sin ella estaríamos perdidos, lo que carece de belleza es la anarquía, véase a los países sin ley, que se rigen por la ley del más fuerte…
Con esto no quiero decir que todas las leyes sean buenas, ni justas, todo lo contrario: hay leyes acertadas y leyes equivocadas; leyes justas e injustas.
Añadir a esto que hay que pensar que la naturaleza social es cambiante y el Derecho tarda mucho en avanzar, su desarrollo es lento y por eso a menudo no se ajusta a la situación social actual.
Comprendo que en momentos de recesión económica se desprecie la ley como tal, pero es muy injusto generalizar y decir que la ley no es bella.
Lo que pasa en España no es que la ley no sea bella, es que se ha utilizado mal: se ha hecho caso omiso de ella, se ha pisoteado para pasar por encima de ella: en lugar de usar la ley en pos del bienestar social, la clase política ha considerado anteponer su bienestar individual, ese ha sido el gran problema. Pero señores, de esto no tiene la culpa la ley, sino quien ha tenido el poder de ejercerla y no lo ha hecho.
Lo que carece de belleza es la falta de responsabilidad de quien tenía que aplicar la ley justa y no lo ha hecho.
Mi tercer comentario es acerca del optimismo que comentas, Juan: dices que el optimista ignora sus referencias de fracaso. En los últimos estudios científicos se ha demostrado que es justamente al contrario, ya sabes, hasta que se demuestre que no es así: son los pesimistas los que ignoran sus referencias de logro, sin embargo, los optimistas barajan todas las posibilidades, son conscientes de que pueden ganar y de que pueden perder.
En mi cuarto comentario te explico lo poco que sé de grafología:
-Para empezar, la progresión de tu texto tiene una tendencia a regresar sobre el margen izquierdo, lo que puede denotar una personalidad introvertida con regresión al pasado, un apego especial por acontecimientos sucedidos que quizá a veces te haga difícil avanzar.
– A la vez, el bloque de texto se extiende de forma uniforme hacia la derecha, lo que significa que tienes idea de futuro y no es tu intención rehuir de él.
-La mayoría de grafías están separadas entre sí, lo que puede significar desconfianza, pero a la vez voluntad por superarte.
-Aún estando separadas, algunas grafías están unidas, lo que indica que en determinadas situaciones puedes ser una persona sociable a pesar de la introversión.
-Tu letra es pequeña, lo que significa que eres una persona reflexiva, que trata de no peligrar en ninguna aventura.
-En las grafías que poseen óvalos, el superior es siempre más pequeño que el inferior, lo que puede significar que a pesar de dar importancia a la inteligencia y la imaginación, también estás muy unido a la naturaleza de la sexualidad.
Ya me dirás si coincide o no el pequeño análisis grafológico contigo, no tengo las herramientas precisas para hacerlo más extenso pero aún así creo que es bastante acertado.
Si quieres saber lo cerca que estás de la psicopatía… mejor ve a un especialista. =)
Por mi parte nada más, espero más publicaciones tuyas porque me encantan, un cordial saludo.
Hola Alba, lo primero agradecerte tu comentario y el tiempo que has dedicado a leer mi artículo, a analizarlo y a plasmar tu opinión al respecto. Eso enriquece la publicación y a mí mismo. Muchas gracias.
Me gusta tu capacidad de análisis y la claridad con que te expresas por lo que, ahora que ya he pasado y me he puesto cómodo, voy a tratar de exponerte de la misma forma mi punto de vista acerca de lo que planteas.
Empiezo por decir que me parece inevitable generalizar a la hora de expresarnos. Considero que es un recurso en la comunicación que nos facilita el hablar sobre cualquier tema. Si no lo hiciésemos así no podríamos hablar sobre nada porque nos resultaría imposible especificar cualquier argumento ante los infinitos matices que presentan conceptos o situaciones.
El problema de generalizar se plantea con el hecho de hacerlo y creernos que la generalización es correcta como argumento. Eso es lo que me parece contraproducente por eso parto de la base de que generalizamos como recurso de comunicación pero no nos creemos que tal generalización es un concepto válido.
En este sentido creo que decir que las leyes no son bellas parte de la misma base que decir que sí lo son. Decir que no son justas viene a ser lo mismo que decir que sí lo son. Decir que no son buenas viene a ser lo mismo que decir que sí lo son.
En cuanto a si son hermosas o no decir que, para mí, la belleza es un concepto subjetivo, al igual que lo es la justicia y la moral. En base a esto considero que no existe una belleza universal, ni una justicia universal ni una moral universal, ni leyes universales, tan solo interpretaciones de las mismas.
El ser humano es un ser imperfecto y desarrolla conceptos que también lo son. Las leyes son imperfectas lo cual no quiere decir que no puedan ser bellas para unos (unas sí y otras no), como tampoco que puedan ser repulsivas para otros (unas sí y otras no). Para mí todo tiene cabida. Yo busco y me quedo con lo que sirva a mis propósitos respetando mis valores fundamentales y mi filosofía de vida. En este sentido, la pluralidad de puntos de vista me parece positiva y enriquecedora.
Lo que pretendí, compartiendo la foto con el mensaje en la pared, fue mostrar lo que puede ser y representar una creencia. En concreto decir “las mujeres son como la ley: bellas pero sin piedad”, si lo tomamos de una forma literal (sin matices de ningún tipo), podría resultar perjudicial para quién la adopte, debido a rigidez y a las limitaciones que conllevaría esa forma de ver las cosas (tanto en lo referente a las leyes como a las mujeres).
Con respecto al tema del optimismo la frase que analizas es “Los optimistas son aquellos que, a pesar de no disponer de referencias para el éxito, o incluso de tener referencias de fracaso, se las arreglan para ignorarlas”. A mi modo de ver, para ignorar algo de una manera consciente, es necesario previamente ser consciente de ese algo; por lo tanto un optimista que ignora una referencia de fracaso es consciente de su existencia, maneja esa posibilidad pero se centra en la referencia de éxito (si la tiene) y se olvida de la de fracaso, porque cree que es lo que finalmente le ayudará a conseguir su objetivo. Eso es lo quería decir con esa frase. Los pesimistas, sin embargo, operan desde una perspectiva opuesta al centrarse en sus referencias de fracaso y eso es lo que les condena generalmente a obtenerlo.
En cuanto a tu análisis grafológico decirte que te agradezco mucho el tiempo que puedas haber empleado en realizarlo, es un regalo para mí el que lo hayas hecho.
Creo que ya conoces que una de mis pasiones es tratar de comprender el funcionamiento y comportamiento humanos (de eso va esta página) y mis descubrimientos en estos campos me han llevado a aprender valiosas lecciones.
Una de las cosas que he aprendido es que definirme o encasillarme en cuanto a mi forma de ser me resulta menos positivo que no hacerlo. Identificarme con unos determinados rasgos de personalidad (conocerlos está bien) me provoca rigidez y yo lo que busco es flexibilidad. Esto me ayuda a abrir mi mente a otras posibles formas de pensar y actuar que puedan resultarme más positivas que las actuales. En definitiva lo que busco es dejar de ser el yo que me disgusta para llegar a ser el yo que quiero.
Es mi punto de vista y espero me disculpes por no reafirmar o desmentir ninguna de tus interpretaciones (y también es la película que me he montado para escaquearme de contestarte ;D). Lo único que voy a reconocerte es eso de que estoy muy unido a la naturaleza de la sexualidad, lo cierto es que no puedo separarme de ella jeje.
Volviendo al tema de las perspectivas recuerdo una conversación en la que alguien me decía que una persona que adquiere demasiado pronto demasiados conocimientos se arriesga a convertirse en un ‘viejo prematuro’ y a no disfrutar de lo que por edad le corresponde. Yo le contesté que para mí no se trataría de un viejo prematuro sino de un ‘sabio joven’.
Una tortilla, si no quieres que se queme, debes darle la vuelta.
Yo también espero más comentarios tuyos porque aportan mucho al contenido del artículo y también me ayudan a mejorar.
Gracias de nuevo.
Un cordial saludo.
PD: la especialista es psicopatías me dijo que no volviese por la consulta porque se sentía muy intimidada cuando le hacía ver que no le salían patas de gallo al sonreír (en el fondo la comprendo).
Hola, no entiendo por que dicen esta frase:
Es importante no tratar de borrar o eliminar una creencia sin cambiarla por otra porque las creencias dan estructura a la personalidad y sostienen la identidad.
Yo entiendo que si tienes una creencia que no te ayuda lo mejor eseliminarla por otra que si te sirva. Si no te ha servido en tu vida de què sirve aun tenerla ?
Hola Augusto!
Lo de sustituir una creencia por otra mejor (para nuestros intereses) es así porque el ser humano necesita de las creencias, ya que es su modo de funcionar, y cuando dejamos de creer en algo, es porque empezamos a creer en otra cosa. Es como lo de la toma de decisiones, puedes tomar una decisión o no tomarla, y en ambos casos estás decidiendo.
Un saludo!
Hola de nuevo Juan:
Sobre creencias este año he empollado mucho jajaja, ahora el post ha sido un gran refresco. Podría ponerme muy filosófica o pedantear un poco sobre la materia o contarte mi vida,
a cada cual más terrible de las tres, pero tiraré de tópicos para no dejar una explicación demasiado extensa cuando se puede resumir en pocas palabras: ¿tú sabes esa expresión que dice «se me han caído todos los palos del sombrajo»? ¡Pues esa es la sensación cuando «muto» una convicción!. Ahora mismo no hay nada que me proporcione mayor satisfacción que descubriéndome en un cambio de creencia. Después del choque y el caos inicial que me suponen, luego hay paz, y me digo en voz alta: «Anda qué.. como tenías la cabeza hija… pero bueno con lo que sabías hasta entonces, no podías hacerlo mejor.» Maravilloso, ¿no? .
Pues no conocía la expresión esa del sombrajo Ana, pero la entiendo perfectamente jajaja.
Cierto que resulta bastante satisfactorio el poder cambiar una creencia limitante por otra liberadora, sobretodo por los beneficios personales que te puede aportar la nueva creencia, y también porque te das cuenta de lo que eres capaz, de todas las posibilidades que mantener la mente abierta y consciente te puede proporcionar.
Es un arduo trabajo este de conocerse y comprenderse para poder cambiarse, pero no hay nada mejor que podamos hacer para beneficio propio y de todos.
Maravilloso.