“El hombre nace libre y por todas partes se lo encuentra encadenado. Rousseau.»
Mis pies flotaban en el aire mientras debajo el camino se desplazaba lentamente. Era como sí, por una vez, no necesitase hacer ningún esfuerzo para avanzar.
No sentía el peso de mi cuerpo ni tampoco el de mis dudas. Me sentí libre, sin ataduras ni temores, y entonces pensé en lo cerca que debe estar la libertad de la felicidad. Tan cerca que no creí que pudiese ser feliz sin ser libre.
Pensé en mi vida y pude ver mis pies rodeados por un círculo imaginario que me acompañaba a todas partes. Andaba, corría o saltaba pero siempre estaba dentro de él, como si fuese una sombra que no necesita del sol.
Pensé en la libertad como en todo aquello que quedaba fuera mientras yo seguía dentro. En lo que sería salir de ese círculo para poder hacer lo que quisiera. Saber hacia donde ir y lo que buscaría alcanzar, y poder elegir cuándo, cómo, y con quién.
Una sacudida me sacó de mis ensoñaciones y volví a sentir mi cuerpo.
El círculo había desaparecido y fue entonces cuando me di cuenta de que solo existía en mis pensamientos.
Cuando pensaba estaba dentro del círculo, cuando me dejaba sentir salía de él, y desaparecía.
Quizá mis anhelos y ambiciones de ser libre era lo que me encadenaba.
Quizá la libertad no está en alcanzar un objetivo, sino en olvidarse de él.
Quizá no está en hacer lo que quieras, sino en dejarte hacerlo.
Quizá el dónde es el aquí.
Quizá el cuándo es el ahora.
Quizá vivir por el simple hecho de hacerlo es lo que nos hace libres,
y pensar en ser libres lo que nos hace esclavos.
[Foto tomada en el teleférico que conduce al Gran Buda de la isla de Lantau (Hong Kong)]
Interesante.
Yo prefiero usar el término «autodeterminación» más que el de libertad. Y creo que la libertad a la que aspiro no es una libertad de la espontaneidad, desvinculada, de la hoz y la coz; sino una libertad vinculada, esforzada.
Lo diré de una manera tajante: creo que la libertad es la libertad para elegir las propias cadenas.
Si la libertad para elegir lo que te hace no ser libre (tus cadenas) implica que no tienes la opción de no elegirlo, ya no hay libertad.
Este artículo es como una mancha de roschard que nos lanzas a la cara para ver qué vemos.
Precisamente en nuestras interpretaciones de la realidad está el origen de nuestras cadenas. La mancha que os muestro somos nosotros mismos. Nuestras limitaciones son nuestra esclavitud. ¿Tú que ves en tu mancha?.
¿Y si lo que nos atara no fuera nada? ¿Y si simplemente fuera el miedo a serlo lo que nos ata? Y si la cuestión no fuera renunciar a ser libre, sino estar dispuesto a pagar las consecuencias de serlo.
La libertad es un lujo y no sale gratis. Más que en una libertad total, concepto demasiado genérico, prefiero pensar en libertades parciales, en pequeñas cuotas de libertad pero uno puede adquirir, y por las que siempre tiene que pagar algo.
Estoy de acuerdo en lo de las libertades parciales porque considero la libertad absoluta como un concepto utópico (algo parecido pasa con la felicidad). Lo que planteo es que el anhelo de alcanzar algo inalcanzable, nos esclaviza. En este sentido el precio de la ‘libertad’ es la esclavitud porque nunca conseguiremos ser totalmente libres.
Leyendo y disfrutando tu artículo se me ha venido a la cabeza esta frase:
La felicidad no consiste en adquirir y gozar, sino en no desear nada, pues consiste en ser libre.
Epicteto de Frigia
Creo que podría resumir lo que pretendes expresar.
Por ahí va la cosa, de hecho, relaciono libertad y felicidad que para mí comparten esa característica que os comento de que tanto una como la otra me parecen utópicas. Existen ‘momentos de felicidad o de libertad’ pero no ‘una vida feliz o libre’.
Buscamos liberarnos de muchas cosas y de lo único que tenemos que liberarnos es de nuestros ap-egos… la libertad es el resultado de reconocernos ya sin obstáculos que impidan manifestar nuestro ser real.
PTB
Quizá esa búsqueda de liberación es lo que nos atenaza especialmente y de esta forma nos dificulta ese reconocimiento propio, ese ser real.
Gracias por comentar Almarqz.
Un saludo!
Sí, Juan. ¿Dónde están las cadenas?. No desaparecen sólo porque uno se las quite, empiezan a desaparecer cuando se comienza a no pensar en ellas y aún teniéndolas puestas uno ya vuela.
Me quedo con esta para avanzar:
«Quizá no está en hacer lo que quieras, sino en dejarte hacerlo».
Gracias. Después de las reflexiones de hoy, no me puede ver mejor.
Cuanta receptividad y positividad Ana.
¡Contigo da gusto! 😉