Vivo solo y normalmente tengo puesta la televisión mientras cocino mis mejunjes (y después intento comérmelos), pero desde hace un tiempo estoy tratando de desintoxicarme de la desinformación que nos proporcionan los noticiarios televisivos, y como todavía no me he acostumbrado a comer en silencio y centrado (estoy en ello), suelo buscar algún canal que me proporcione algo diferente a las habituales noticias, debates, programas chorras y demás.
Uno de esos días puse ‘La 2’ y me encontré con la emisión del programa ‘Documentos TV – Voces prohibidas’, que trata sobre las restricciones a la libertad de expresión que todavía existen en muchos países (91 según Amnistía Internacional), y destaca la labor de tres mujeres que, con mucha valentía y haciendo uso de internet, han conseguido iniciar pequeñas revoluciones en sus países.
Puedes verlo aquí.
Mientras lo veía se me puso un nudo en la garganta y tuve que dejar de comer, y reflexionando sobre ello pensé que algo que me emocionaba tan profundamente merecía ser compartido en esta página.
Admiro mucho la valentía, considero que es enormemente positiva en la mayoría de los casos, así que voy a tratar de predicar con el ejemplo y ser un algo valiente hablándote de lo que pienso y siento de la manera más honesta posible. Creo que de esta forma cualquier tipo de relación se enriquece volviéndose más sana y alcanzando un mayor grado de empatía y confianza.
Volviendo al documental, más allá de las causas que defienden estas mujeres, de los diferentes puntos de vista que podamos tener acerca de estas causas, o de las manipulaciones y sesgos informativos de quién elabora el reportaje (y por supuesto dejando de lado cualquier tipo de fundamentalismo ya sea religioso o ideológico), lo que a mí me llega es la entrega, el coraje y el valor de sus protagonistas y de todos aquellos que luchan por lo que creen justo.
Tanto si lo que les empuja es la necesidad, el miedo o la desesperación como si lo hacen por pasión, rebeldía o generosidad, son para mí un ejemplo de los más altos valores que puede atesorar un ser humano.
Me identifico sobremanera con estas personas porque desde pequeño yo mismo he cultivado actitudes similares, las cuales, unidas a mis experiencias, han ido generando y consolidando mi forma de ser.
Algunos lo llaman ser un rebelde, llevar siempre la contraria o ser un rebuscado.
Yo prefiero verlo como arrojo, espíritu crítico y ansia por descubrir y comprender.
Hasta ahora nunca me ha resultado sencillo hablar sobre mí ni expresar mis sentimientos. Puede que no supiera aprender o puede que no supieran enseñarme. Hoy sin embargo voy a hacerlo, porque ya no soy esa persona y porque quiero demostrarlo.
Hace ya unos cuantos años, reflexionando sobre mi infancia, escribí:
«Hubo un tiempo, cuando todavía era un niño, en que las cosas no fueron fáciles. En realidad ni lo fueron ni lo son.
Caminaba a diario varios kilómetros para ir al colegio donde no era una excepción recibir castigos físicos.
Por entonces todo, o casi, tenía que hacerlo por mera dictadura e imposición.
Tenía padre y madre en casa y unos cuantos más en el colegio, a cada cual más estricto y exigente con sus cobardes creencias.
Ante ninguno quise nunca doblegarme pero esto, al contrario de lo que pueda pensarse, me hacía sentir sumamente desgraciado y poco orgulloso.
Por las noches compartía cama con mi hermano mayor porque en casa no había calefacción y, a pesar de existir una habitación vacía, ésta resultaba demasiado fría y húmeda como para dormir en ella.
Recuerdo con bastante claridad las noches que yací tirado en la alfombra de al lado de la cama, aterido de frío; unas veces por no ser lo suficientemente fuerte, otras, simplemente por orgullo y visceral repulsión.
En algún momento la costumbre llegó a hacerme creer que necesitaba sentirme desgraciado para seguir adelante.
Nunca hubo quejas, ni confesiones, ni sentimientos liberados, tampoco cariño, empatía o comprensión. Solo sufrimiento, rabia, rencores y, por qué no confesarlo, odio y asco.
De esta manera, piedra sobre piedra, fue modelándose mi personalidad. Ahora todo forma parte de mí pero, lejos de perjudicarme, soy capaz de rescatar esos recuerdos y comprenderlos como entonces no podía.
Ya no me importa si aquello fue doloroso, cruel o injusto, porque ahora sé que lo realmente importante es comprender que lo que ha sido, es y será, se convierte en lo que tú quieres, cuando así lo deseas.»
Éstas honestas y emotivas palabras son mi pequeño homenaje para todas las mujeres que se arriesgan levantándose, peleando y desafiando todo aquello que las aliena y discrimina. Y en general, para todas y todos los valientes que luchan por sus ideales y por lo que creen necesario, bueno y justo.
Voces Prohibidas
• YOANI SÁNCHEZ (Cuba)
«Mi hijo ha sido el incentivo principal. Pensar que un día me pregunte ¿que es lo que hiciste para cambiar las cosas? y yo no tenga nada que responderle; ese miedo me ayuda a hacer todo lo que estoy haciendo.»
«La vida nunca vuelve a la normalidad. No retorna a ese momento antes de la tragedia.»
«La represión y el miedo se han convertido en elementos inseparables de nuestras vidas.»
«Las revoluciones no duran medio siglo. Terminan por devorarse a sí mismas y excretarse en autoritarismo, control e inmovilidad. Fallecen por querer mantenerse sin cambiar. Nada logrará sacar la Revolución del panteón, hacerla volver a la vida. Déjenla descansar en paz y comencemos pronto un nuevo ciclo: más breve, menos altisonante, más libre.»
• FARNAZ SEIFI (Irán)
«Las voces de las mujeres se oyen cada vez más y sus manos son cada vez más fuertes. En esta batalla desigual, la victoria solo podrá ser de las mujeres que, con sus manos vacías y su firme determinación, y a pesar de todas las amenazas y las infinitas prohibiciones, anhelen la libertad y la imaginen con los colores más bellos.»
«Ejecutar a un dictador no significa que los demás dictadores vayan a aprender la lección. Es la triste verdad. Estamos cansados de ese espejismo. Nunca aprenderán. El poder los deja ciegos y sordos. Los dictadores no atienden a razones.»
«Quienes detentan el poder mediante las cadenas saben muy bien que no pueden triunfar sobre la dicha y el amor humano, ni reprimir una mente libre. Los perdedores son bien conscientes de ello; más que nosotros. La lucha continúa.»
• ZENG JINYAN (China)
«Cuando me levanto cada noche para dar de comer a mi bebé me asustan los ruidos que hacen los policías al otro lado de nuestra puerta. ¿Volveremos a ser libres algún día?. ¿Como mantener nuestra dignidad?. Esta cruel realidad sin esperanzas inunda mi corazón de espanto y dolor.»
«Sé lo que significa no tener libertad. Nuestra situación es desesperada. Espero que el progreso tecnológico sirva para traer la paz a la humanidad y no para aumentar su sufrimiento. Mi teclado es lo único que me ayuda a sobrellevar la pena y la indignación.»
[La foto de portada representa la espinosa espiral de dolor y sufrimiento que muchas personas han de atravesar simplemente por el hecho de haber nacido en una determinada parte del mundo.]
Este es un texto único amigo, no te lo digo como un comentario más de si me agrada o no me agrada tu estilo, tu forma de escribir….es sencillamente único por su autenticidad, muy grande, un saludo.
Muchas gracias. Me alegro de que te haya llegado. La autenticidad es algo digno de perseguir. El camino es largo pero lo importante es caminar, siempre caminar.
Un saludo amigo.
Muy buen post. La verdad es que muchos no valoramos la suerte de vivir en países donde al menos la libertad de expresión no está tan limitada como en otros.
Gracias Félix. Lamentablemente, la mejor forma de aprender a valorar lo que se tiene es perdiéndolo. Por eso perder es una gran lección; una que todos deberíamos experimentar cuando se nos olvida lo valioso que es lo que tenemos.
Un saludo.
Juan, veo que debajo de esa carita de eterno adolescente de anime japones, hay una buena calavera muy bien amueblada,..arrojo, espíritu crítico y curiosidad…son grandes valores y muy pesados amigo,pero por lo que voy conociendo de ti, tu ya lo sabes…La rebeldía tiene su precio y también su recompensa, sigue en el camino y pégale una patada a cada piedra que encuentres en ella amigo,debajo encontraras lo que buscamos.
Un abrazo bicho raro.
En mi calavera ardiente ya solo queda hueso duro compañero, un hueso curtido y resistente que hasta puede resultar bonito para quién, como tú, sepa mirarlo.
Y me encantan las piedras, estoy muy acostumbrado a ellas y ellas a mí; me dejan que las salte, las pise y hasta que les mee encima. Son así de generosas con la familiaridad que nos une.
Me gustaría ver tu calavera y no ese muñegote en blanco y negro, regístrate aquí y deja que te admiremos en todo tu esplendor.
Un abrazo compañero.
Joder Juan, las pasaste un poco putas, que se suele decir. Yo confieso que he tenido una infancia bastante acomodada, sin demasiados problemas, lo cual es literariamente un desastre claro. Un saludo.
¿Literariamente un desastre?, no lo creo. Si eres honesto yo seré tu primer lector.
Atrévete y verás.
Un saludo.
Me ha gustado mucho tu reflexión, Juan, y creo que ya eres muy valiente solo por el hecho de compartirla, cosa que agradezco. Como mencionas, es muy triste el hecho de que se aprenda mejor al perder que al ganar, sin embargo, todo el mundo pierde alguna vez, aunque no todos como tú saben aprender de ello y comprenderlo. Saludos, Juan.
Eres muy amable Alba. Me gusta mucho como piensas y también tu capacidad para captar la esencia de mis mensajes; y soy yo quién te está agradecido por ello.
Ah!, y muchas gracias por seguirme flacucha ;D.
Abrazote!
Emotiva la valentía de ellas y emotiva tu valentía y a la vez homenaje, al compartir algo tuyo, unos de esos secretos que escondemos en el silencio de nuestros pasados. Sólo veo luz cuando te miro, sólo leo esperanza cuando te leo.
Son mis palabras hacia tí, mi querido amigo y acabo diciéndote que creo en tu lucha y me parece una buenabatalla
Muchísimas gracias Amparo. Yo también veo luz y esperanza en tus palabras, y también creo en tu lucha, y también sé que conseguirás salir adelante y triunfar en lo que te propongas, porque te lo mereces y porque te lo ganas cada día con tu valor, entrega y esfuerzo. ¡Sigamos peleando entonces!
Vaya Juan… Al desnudo, sin armadura….
Todas las historias de este post me han parecido muy valientes. Si cabe más la tuya. Y no es por ponerte en un pedestal, es por cercanía… El dolor ante el sufrimiento es el mismo, lo que cambia es la intensidad. Pero a cada un nos duele lo nuestro.
Muchas gracias Ana.
Todavía me quedan muchas capas de la cebolla-armadura que pelar, pero ha sido un primer y buen paso sabiendo de lo importante que es siempre ponerse a andar.
Espero que algún día podamos tú y yo intercambiar sufrimientos e intensidades varias 😉
Ese día, que llegará ;), no lleves una libreta de bolsillo. Mejor hazte de un bloc de esbozos din a 3…