Los seres humanos no somos criaturas aleatorias sino que todo lo que hacemos lo hacemos por una razón. Todos nuestros actos persiguen un fin, seamos o no conscientes de ello, y dolor y placer son las dos fuerzas que nos guían y por las que nos movemos en una o en otra dirección.
Dolor y Placer
«Sara era una chica de 19 años que estaba pasando unos días con su familia en su localidad de nacimiento. Una noche salió a divertirse con sus amigas y conoció a un chico que le gustaba. Se fue haciendo tarde y llegado un momento sus amigas decidieron que ya era hora de irse. Él se ofreció a llevar a Sara a casa si se quedaba y ella, que se sentía muy atraída, decidió confiar y aceptó.
Más tarde, cuando iban juntos en el coche, él cogió un desvío y se adentró en un bosque, hacia un lugar donde otros dos chicos aguardaban ocultos. Sara no podía imaginar lo que le esperaba. Fue golpeada y violada salvajemente por los tres hombres y, cuando se cansaron de abusar de ella, la dejaron allí, abandonada a su suerte.»
Los chicos que agredieron y violaron a Sara eran muy jóvenes, uno de ellos menor de edad, y no tenían antecedentes de ningún tipo. Procedentes de familias acomodadas, eran estudiantes y practicantes de actividades deportivas, uno incluso iba a clases de guitarra. No se habían vuelto locos ni estaban drogados, lo hicieron por una sola y exclusiva razón: para obtener placer.
«Daniel era un hombre de 46 años que vivía en un pequeño pueblo de la montaña, lejos de la poca familia que le quedaba y que no quería saber nada de él. Llevaba una vida dura y sobrevivía gracias a trabajos esporádicos que le iban ofreciendo en el pueblo.
Su situación hizo que poco a poco su adicción al alcohol fuese en aumento hasta llegar a ser considerado como un problema por sus vecinos, lo que le convirtió en un paria. Sin saber a quién recurrir y sumido en el más absoluto abandono, Daniel se encerró en su casa, preparó un tazón de leche, le añadió una bolsa de veneno para ratas, se tumbó en la cama y se lo bebió. Y permaneció así durante horas, tumbado en la cama y bebiendo veneno una y otra vez, hasta que su cuerpo amaneció sin vida.»
Daniel seguramente no sabía, cuando empezó a beberse el veneno, que eso le aseguraba una lenta agonía, ya que fue destrozándolo por dentro y tardó mucho tiempo en morir, pero lo que sí sabía era que estaba dispuesto a pasar por cualquier cosa con tal de no seguir viviendo en la situación en que se encontraba. Daniel se quitó la vida por una sola y exclusiva razón: para escapar del dolor.
Las fuerzas que dirigen tu vida
Dolor y placer son las dos fuerzas que nos guían en todos nuestros actos, son las que generación tras generación han ido condicionando nuestros instintos, y son también las que dirigen nuestro subconsciente y nuestras decisiones racionales.
Todo lo que hacemos es, o bien por una necesidad de evitar dolor o bien por un deseo de obtener placer.
Sara deseaba fuertemente y buscaba el placer cuando decidió quedarse con el chico que le gustaba aceptando que éste la llevase a casa aún a pesar de acabar de conocerle. Los chicos que la violaron también buscaban el placer, aunque de una forma mucho más terrible y despiadada.
Daniel no podía soportar el sufrimiento que su existencia le garantizaba y no sabía a quién recurrir ni como escapar de esa condena. Perdió todo aquello que le proporcionaba placer y solo sentía un inmenso dolor que no fue capaz de soportar por más tiempo. Daniel se suicidó para escapar del dolor.
Piensa por un momento en cualquier cosa que hagas y pregúntate que es lo que subyace bajo esa conducta, piensa en las decisiones que tomas, y analiza qué es lo que te guía a la hora de tomarlas.
¿Por qué no te acercas a conocer a esa mujer o a ese hombre que te gusta?
¿Por qué sigues postergando el mejorar tu alimentación o empezar a hacer ejercicio?
¿Por qué no dejas un hábito que sabes que te perjudica?
¿Por qué no te atreves a viajar solo o sola?
¿Por qué sigues manteniendo una relación que sabes que te hace daño?
La respuesta a todas estas preguntas es sencilla:
Porque asocias más dolor al hecho de cambiar que al hecho de quedarte como estás.
Cuando no hacemos algo o lo postergamos, aunque sepamos que puede ser beneficioso para nosotros y que podría aportarnos placer, lo hacemos porque sencillamente en ese momento asociamos más sufrimiento a hacer lo necesario que a dejar pasar la oportunidad.
La explicación a estas conductas está en el nivel de dolor y de placer que asociamos a ellas:
Siempre ganará la opción que nos evite más dolor o que nos proporcione más placer.
Para la mayoría de la gente el temor de perder lo que tienen pesa mucho más que el deseo de lanzarse a buscar algo mejor, y es por eso que no hacen nada por cambiar su situación, ya que prefieren quedarse con lo que poseen en vez de aceptar los riesgos necesarios para conseguir lo que desean.
Tampoco todos asociamos placer o dolor a las mismas cosas ni lo hacemos en los mismo grados.
Para algunos escuchar música clásica puede ser el sumun del placer y la emoción, y para otros ser algo tan estimulante como ver cómo se seca la pintura.
Unos pueden asociar un gran placer a beberse unas cervezas y ver un partido de fútbol, cuando para otros eso puede ser tan divertido como ver una estampida de caracoles.
He visto a personas partirse de risa viendo una película de guerra y a otras llorar de emoción viendo una comedia.
Sobre gustos y formas de disfrutar no hay nada escrito.
Un par de ejemplos gráficos…
Mires donde mires la variedad es infinita porque las asociaciones que tenemos con el dolor y con el placer son específicas y únicas en cada persona.
Por eso es muy importante analizar y descubrir donde y de que manera se ocultan esas dos fuerzas que guían nuestras acciones.
Una vez descubierto su funcionamiento ya podremos emprender las acciones necesarias para dirigir éstas fuerzas y que actúen en nuestro favor.
El mensaje es claro:
Aquello a lo que vinculamos dolor y placer es lo que configura nuestro destino, porque es lo que influye en nuestras conductas y lo que condiciona nuestras decisiones.
Cómo usar dolor y placer en tu favor
Yo nunca he sido fumador y te voy a explicar por qué.
Cuando era un adolescente y estaba en la época de experimentar con todo, un día le tocó el turno a unos cigarrillos que mi padre guardaba en un cajón de la cómoda. En mi grupo de amigos pensábamos que fumar era guay porque esa era la imagen que teníamos de quién lo hacía, y a lo que la sociedad del momento nos condicionaba, pero cuando aspiré mi primera bocanada y mis pulmones protestaron con fuerza ya no me pareció tan atractivo.
A pesar de todo seguí insistiendo porque fumar «molaba», y al fin y al cabo mi padre fumaba todo el día y no parecía pasarle nada, pero lo que conseguí fue acabar totalmente intoxicado y vomitando lo que llevaba en mi estómago por encima de mí.
Desde ese momento vinculé fuertemente el hecho de fumar con el terrible malestar que me produjo y el asco del vómito sobre mi cuerpo, y ésto es lo que guiaría todas mis decisiones futuras en cuanto al tabaco.
Lo que quiero decirte con esto es que:
Si eres capaz de vincular un fuerte dolor con cualquier comportamiento o emoción, evitarás caer en ellos o repetirlos a cualquier precio.
Y esto es precisamente lo que hice cuando hace unos años cambié mi alimentación y otros hábitos poco saludables para conseguir curarme del ERGE y un principio de hernia de hiato.
No hay nada como asociar un gran dolor al hecho de persistir con una conducta para empezar a dar los pasos necesarios para cambiarla.
Si al mismo tiempo conseguimos asociar placer al hecho de cambiar, habremos aumentado exponencialmente las posibilidades de alcanzar el éxito.
SINTETIZANDO
Para alcanzar un objetivo, ya sea cambiar cualquier hábito, dejar de fumar, adelgazar, hacer deporte o lo que se te ocurra, básicamente debemos empezar dando tres pasos:
• PASO 1: Empieza por convencerte de que necesitas el cambio, toma una decisión firme y adopta el compromiso de cambiar.
• PASO 2: Asocia todo el dolor que puedas al hecho de seguir haciendo lo que haces, y busca todas las referencias posibles que lo confirmen.
• PASO 3: Asocia placer al hecho de cambiar buscando también referencias y dándote pequeñas recompensas a medida que avanzas.
Cuanto más sufrimiento consigas vincular a aquello que quieres cambiar, y más placer al hecho de cambiarlo, más fácil te resultará alcanzar tu objetivo, aunque eso sí, la voluntad y la constancia no te las va a quitar nadie y correrán de tu cuenta.
No se trata de un sprint sino de una carrera de fondo y además, una vez alcanzada la meta, conviene conservar el estado de forma, por lo que tendrás que seguir centrando tu atención en los beneficios obtenidos para no volver a caer en tu anterior conducta.
Las asociaciones que hacemos con las cosas pueden ser muy poderosas, sobretodo si llevan consigo un alto nivel de carga emocional.
Para mí (y creo que para la mayoría) el asco es una sensación muy potente que suele derivar en repulsión, y si siento asco por algo, estoy seguro de que querré tener eso lo más lejos posible.
Esa sensación de repulsión es la que guió mis pasos y decisiones en lo que respecta a fumar, y no fue sino acrecentándose con el paso de los años porque fui reforzando y consolidando esa asociación.
No sé si conoces el famoso libro Es fácil dejar de fumar si sabes cómo de Allen Car, pues bien, a pesar de no ser fumador, me lo leí entero para descubrir que estrategia era la que empleaba para lograr que su método funcionase, y lo que descubrí es básicamente lo que te estoy contando.
Lo que hace el autor es conseguir que sientas asco y repulsión por el tabaco, dándote todas las referencias posibles para que establezcas esta asociación de forma profunda y consistente.
Y por último, cuando la asociación está más que probada e interiorizada, te obliga a fumarte un último cigarrillo haciendo que ese asco y repulsión se disparen y se asocien definitivamente al hecho de fumar.
Ni más… ni menos.
Con éste método que alcances el éxito depende de que seas capaz de realizar una fuerte asociación de asco con la conducta que pretendes evitar. Esto provocará que sientas una fuerte repulsión hacia la conducta, y si eres capaz de conseguirlo te aseguro que querrás mantenerte alejado de ella.
A mí me funciona y a otros muchos también.
¿Crees que a ti no?
¡Pruébalo y verás!
[Foto tomada en el museo memorial sobre la Segunda Guerra Mundial en Caen (Francia)]
El placer y el dolor son el palo y la zanahoria que nos guían en la mayoría de las acciones. Y es cierto que el que se imponga es el que determina lo que hacemos. Lo que ocurre es que a veces hay un conflicto entre un placer presente y un dolor futuro, o al contrario. Y es cuando nos conviene traer al presente lo que deseemos que guie nuestra conducta.
El placer y el dolor nos influyen pero como muestra tu ejemplo del libro del tabaco podemos cambiar la manera en que actúan.
Por cierto nos podrías haber ahorrado la foto del tío con el pantalón enseñando el culo jejeje.
Estoy de acuerdo Ivan. Muchas veces nos ocurre que el dolor que nos produce el miedo que tenemos a la incertidumbre y al cambio es mayor que el que tenemos actualmente, y por eso nos quedamos como estamos. Solamente cuando el dolor del presente supere al que nos imaginamos que supone cambiar, es cuando haremos algo al respecto.
La foto me parece graciosa jeje, y si te fijas, verás una pintada a la izquierda que te va a gustar aún menos 😉
Menos mal existe el dolor para poder lograr el placer. La línea es tan delgada que muchas veces disfrutamos del dolor tanto, como si sufriéramos con tanto placer.
El asco es una gran técnica (aunque he tenido mi respeto a usarla), prefiero lo contrario: Vivir mi sufrimiento hasta el punto en que me haga daño, para luego aprender y no volver a vivirlo.
Por eso mis asociaciones al dolor son menos «asquerosas», y aunque me hacen daño una y otra vez, al final terminas siendo inmune a ese dolor, porque precisamente lo ves como un placer. Esa es mi técnica, y creo que me ha funcionado. Hay sufrimientos placenteros my friend!
Creo que cuando dices «vivir el sufrimiento» te puedes estar refiriendo a lo que se denomina como «umbral emocional», y que viene a ser ese momento en que hemos alcanzado el tope de dolor que podemos soportar, lo que hace que nos decidamos a escapar de eso que nos lo provoca.
No lo veo como ser inmunes al dolor sino como una evolución personal que hace que algo ya no nos haga daño. El placer radica quizá en el orgullo y la satisfacción que nos produce la superación personal, el avanzar y sobrepasar todos los obstáculos que se presentan. En este caso desafiamos el dolor de las pruebas porque el placer de superarlas es mayor.
¡Un saludo!
Lo del palo y la zanahoria, como bien dice Ivan, es lo que siempre ha imperado en mis relaciones, si me iba compensando ahí que me quedaba, eso hasta que descubrí que te puedes plantar al primer palo y vivir rodeada de zanahorias. Ya no tengo miedo al dolor, sé lo que hay que hacer y el cómo así que no tiene sentido alargar una situación que te está haciendo mal.
Mi técnica para dejar de fumar también surgió del asco, yo ya era fumadora, pero un día me atracaron y del susto me fumé un cigarro detrás de otro, hasta que me dio un corte de digestión, estuve tan malita que no he vuelto a comprar un paquete a día de hoy.XDD Alabado sea el asco!jajajajaja
Últimanente estás muy gore tú, eh? Vaya historias bonitas que nos cuentas!!XDDD
Chu!!
Lo que nos produce placer y dolor también cambia, no siempre es de la misma forma porque como seres humanos aprendemos y evolucionamos constantemente. Quizá no tengas miedo al dolor pero cualquier miedo que tengas (del tipo que sea) sí que es una fuente de dolor y por eso influirá en tus decisiones.
Las historias son dos de los muchos casos reales que conozco y agradece que no haya entrado en detalles, he decidido apiadarme de vosotros 🙂
En realidad somos tan primarios como el resto de los animales que se mueven por castigo-recompensa, y sólo una mínima capacidad de discernir entre eso y lo que nos conviene nos distingue a duras penas. Saludos Juan, qué lindo el señor de la mochilita jaja
Los instintos son poderosos pero precisamente lo que nos distingue de otras especies es la capacidad que tenemos de poder influir en ellos.
No sé si «señor» es el término más adecuado para lo que acompaña a la mochilita jeje
Que buenas reflexiones y que bien explicadas con las dos historias iniciales.
Me quedo con la frase «Siempre ganará la opción que nos evite más dolor o que nos proporcione más placer.» es una de las verdades mas grandes que he escuchado.
Al fin y al cabo lo que nos paraliza siempre es miedo, miedo al dolor, miedo al cambio, miedo a sufrir…
Un abrazo Juan!!
Gracias Marcos!
Ya sabes ¡el saber no ocupa lugar!
Un abrazo
Te sigo. No había pensado en el dolor como una estrategia para dejar los malos hábitos o los vicios, aunque si lo pienso bien, creo que es un buen mecanismo de defensa que usamos a veces de modo inconsciente. Me encantó el post, como siempre. Gracias por estas lecciones para vivir mejor. Abrazos
De nada María Eugenia, espero que te sirva.
¡Abrazos!
Porqué tendremos que llegar a límites extremos para deshacernos de hábitos que nos hacen mal?? Complicado el ser humano.. pero real.
Esta es una gran verdad: «La respuesta a todas estas preguntas es sencilla: porque asocias más dolor al hecho de cambiar que al hecho de quedarte como estás.» El miedo al cambio es un mecanismo de defensa bien arraigado en muchos de nosostros. A veces preferimos el «confort» de lo conocido por miedo a lo desconocido…
Me encantaron tus analogías y tus ejemplos gráficos! =D Un abrazo Juan =)
Complicado el ser humano pero también con unas capacidades increíbles. Precisamente una de las cosas que nos distingue de otras especies es esa capacidad de conciencia y de influir en los procesos automáticos que nos dirigen.
Estaría bien no desaprovecharla.
¡Un abrazo Sole!
En este post en concreto te has centrado de manera sútil al principio y mucho más definida a medida que lo escribías en el tema de fumar, en el dolor o placer que produce. Yo soy fumadora, y no produce ni lo uno ni lo otro, la verdad; no cuando es algo habitual, ya seas fumador o no…
Es cuando te dicen que se debe hacer y qué no cuando hay dos opciones, revelarse o seguir adelante, con consecuencias en ambos casos.
Pero prefiero centrarme en el resto de situaciones que acontecen en nuestra vida, para hablar sobre el dolor y el placer…
Podemos vivir confundidos e influenciados por si fulano me dijo y sotano me contó! Siempre habrá dónde agarrarse ya sea en pro del placer o para justificar el dolor; pero hasta que no te encuentras contigo mismo y te analizas con o sin ayuda…no serás capaz de mitigar el dolor (porqué decides hacerlo) y no exaltar tampoco el placer (porqué es efímero).
Creo que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles, de manera que debemos encontrar cómo, cuando, dónde y porqué actuamos cómo actuamos!
Detenerse a pensar las cosas es lo único que nos llevará al camino que decidamos seguir
O … acaso no has vivido situaciones en qué te han dado consejos que no querías escuchar y cuando los necesitabas, nadie se ha preocupado de ello? Será porqué no son consejos, sino palabras que hacen su efecto cuando estamos dispuestos y abiertos a que nos los digan.
No son los demás, somos nosotros mismos quienes decidimos hasta cuando, y a partir de cuando todo será diferente!
Un abrazo, Juan!
Hola Rosa, muchas gracias por pasarte y participar!
El dolor y el placer no actúan solo en el plano consciente sino que también nos dirigen desde nuestros instintos y desde nuestro subconsciente. Uno no es fumador o no fumador «porque sí» sino que detrás de la conducta siempre hay un «para qué» la realizamos. Ya sea al empezar el hábito o cuando ya está establecido (lo realizamos de modo automático y subconsciente) dolor y placer siguen actuando en el proceso. Descubrir y darnos cuenta de los efectos de la conducta sobre nosotros significa que nos hacemos conscientes y que empizamos de este modo a influir en ella. Luego el camino a seguir ya va en función de las decisiones de cada cual.
El ser humano es un sistema que tiene un modo de funcionar y unas tendencias innatas, pero lo que nos distingue de otras especies es nuestra capacidad de ser conscientes de este funcionamiento y de poder influir sobre él. Como bien dices, detenerse a pensar y averiguar el cómo, el por qué y el para qué hacemos lo que hacemos me parece fundamental si queremos evolucionar de manera consciente y no seguir siendo «esclavos» de lo automático.
¡Un abrazo!
Debo confesar, así en público, que la primera vez que he leído la frase de «vincular un fuerte dolor a una sensación o emoción» me ha parecido un poco «masoca». Pero luego, al llegar a los pasos a seguir y el ejemplo que has puesto sobre si algo te da asco lo mantienes, o procuras mantenerlo, lo más lejos posible, he comprendido perfectamente cuál es la dinámica. Y así planteado, me parece una forma bastante lógica y práctica para acabar con esos comportamientos/relaciones que mantenemos durante años sin saber muy bien por qué y para qué.
Puedo decirte Juan, que desde que retomé la lectura de tu blog, lo vengo haciendo desde una perspectiva muy diferente a cómo empecé en noviembre del año pasado, más sabia y reflexiva. Supongo que tiene que ver también con tu propia evolución, latente en estos post que voy leyendo.
De los pasos que compartí contigo, los cuales suponía serían mi camino hacia una transformación, podría decir que he avanzado unos cuántos números y estoy entre el ocho y el nueve: «cambiar para evolucionar y hacer el camino en solitario». Con este post, probablemente, tenga que poner en revisión lo que aprieta y empezar a caminar para que deje de ahogar. Mil gracias. Tu misión de que tu blog sirva para ayudar a otros puedes marcarlo como conseguido.
Pasos de gigante los que das Ana, pasos de lo que eres: una valiente y una buscadora incansable.
Yo inicié este blog con el fin de ayudarme a mí mismo, porque sentía una necesidad de cambiar cosas y un vacío que esperaba me ayudase a llenar. Y si compartir mi camino y mi búsqueda podía servir a otros, como así parece, esto también iba a ayudarme a aliviar muchas de mis carencias al conectar con personas afines y luchadoras que están inmersas en su propio viaje.
La transformación sigue, y se produce con cada decisión, con cada paso, con cada experiencia, con cada persona que aparece por nuestras vidas. Y se trata de aprovechar todo eso que vivimos para seguir avanzando en nuestra búsqueda de paz interior, de sentido, de realización, de felicidad, de lo que sea que busquemos.
No es llegar al final del viaje lo que nos hará felices, sino aprender a disfrutar del camino que nos conduce hasta allí.
Y para conseguirlo es que trabajamos cada día, con nuestras limitaciones, nuestros tropiezos, nuestras contradicciones, nuestros aprendizajes y nuestra compleja humanidad.
Descubrirla, reconocerla y aceptarla es un trabajo para toda la vida así que sigamos recorriendo el camino… hasta el final.
¡Un fuerte abrazo!
Esta respuesta me ha emocionado Juan. Gracias.
Por favor, dejadme contaros un caso mío, particular, ¡sólo uno!: es mi relación tóxica con un familiar tóxico, mucho.
Vive solo (con un perro de treinta toneladas) y depende de todo quisqui para cualquier cosa, como por ejemplo viajar. Llega el verano, las vacaciones ¿qué hacer?, «a mi perro no le dejo con nadie porque me da pena» «No conduzco» ¿a quién recurrir? ¡Al Pringao, por supuesto!.
«Pringao no tengo quien me lleve de vacaciones con mi perro de 30 Tm. ¿a que tú sí me llevas?» Voy y le digo que sí, es decir: Llevarle, volverme yo, volver a por él y traerlo, cuatro viajes; al final le he dicho que NO por que es un auténtico marronazo pero, ¿sabéis lo que pasa? QUE ME SIENTO FATAL por mi «culpa» se va a quedar sin vacaciones pero si accedo la cagué porque no será la última. ¿Así es como se educa uno a empezar a decir NO, aunque te sientas como un cerdo?, ayudadme plis
Solo tienes que seguir el guión del artículo y darte cuenta de que haces lo que haces porque asocias más dolor al hecho de cambiarlo que al hecho de seguir haciéndolo, y eso se declara en las expresiones que utilizas como ‘por mi culpa se va a quedar sin vacaciones’, ‘aunque te sientas como un cerdo’…
Este tipo de expresiones salen tus creencias, y son ellas las que definen lo que sientes y te condicionan en tus decisiones, así que si deseas cambiar has de empezar por cambiar tus creencias, lo cual por cierto también se consigue siguiendo los pasos que explico al final de este artículo.
Aquí tienes otro donde hablo con más detalle de las creencias y de cómo cambiarlas:
Aprendiendo a creer
Espero que te sirva para empezar.
Un saludo.