El agua moja, el cielo es azul, los hombres también lloran y tú tienes derecho a sentirte como te de la gana. No estamos enfermos, ni hemos fracasado, ni somos unos desgraciados por estar decaídos o tristes. Muy al contrario, la tristeza es una emoción necesaria que nos hace humanos, nos enriquece y que forma parte de lo que significa vivir.
Hace unos meses me encontré los dos polluelos de la foto muertos todavía dentro de su cascarón. No estaban en su nido sino en el suelo, por lo que supongo que algún otro pájaro desalojó los huevos y rompió a su vez la cáscara, matando a las crías antes de que pudiesen nacer (el cuco es una de las aves que realiza estas prácticas).
Por lo que yo sé las aves no se sienten tristes o desdichadas por nada de lo que les sucede, ya que se mueven básicamente por instintos y no procesan emociones. «Nunca he visto a un ser salvaje compadecerse de sí mismo. Un pájaro caerá muerto congelado de una rama sin jamás haberse compadecido de sí mismo», decía un instructor en la película La Teniente O’neal a sus marines.
Sin embargo una de la características que nos distingue como seres humanos es la capacidad de emocionarnos, y son precisamente esas emociones las que nos transportan a un nivel superior y las que consiguen que seamos capaces de realizar hazañas increíbles.
El problema nos sobreviene cuando consideramos que unas emociones son malas (tristeza o melancolía) y otras lo son buenas (alegría o júbilo), cuando en realidad todas son necesarias para alcanzar un verdadero crecimiento interior.
Muchas veces tengo la sensación de que hoy día estamos obligados a llevar una sonrisa perenne en nuestros rostros que signifique que tenemos una vida fantástica y que, si por alguna circunstancia nos sentimos tristes, parezca que tenemos una enfermedad contagiosa que hace que todos nos quieran tener lo más lejos posible, sintiendo la necesidad de buscar rápidamente todo tipo de remedios para curarnos.
Si nos dejamos llevar por estos condicionamientos lo que vamos a conseguir es no aceptarnos a nosotros mismos, porque lo que estaremos haciendo es renunciar a una parte de nuestra gran riqueza interior, para acabar convirtiendo lo que sería un sano dolor en un insano sufrimiento.
Del dolor ni podemos ni debemos intentar huir porque es algo que escapa a nuestro control, sin embargo el sufrimiento es opcional, ya que nos lo creamos nosotros sencillamente por el hecho de no aceptar lo que sentimos como algo natural, necesario y enriquecedor.
El derecho a sentirte como te de la gana
Cuando tratamos de desterrar emociones como la tristeza, la melancolía o la pena, lo que estamos haciendo es sesgar una parte importante de lo que significa ser humano y estar vivo, además de generar una fuente de sufrimiento que nace de la incomprensión de que estos sentimientos nos resultan imprescindibles.
No debemos tener miedo de estas emociones supuestamente negativas por dolorosas, sino que debemos aceptarlas y vivirlas dándonos el permiso de sentirlas con naturalidad.
No tiene nada de malo estar tristes o sentir pena, no es una enfermedad, sino que muy al contrario, solo si vivimos intensamente la tristeza podremos vivir igual de intensamente la alegría.
No se trata de emociones excluyentes sino complementarias, y para experimentar a fondo una necesitamos experimentar también la otra.
Somos humanos y como tal tenemos el derecho de estar tristes o encontrarnos mal, y esto no significa que seamos unos fracasados, ni unos enfermos, ni unos desgraciados.
Basta ya de tanta discriminación.
Basta ya de tratar de desterrar nuestras emociones legítimas y de tanta cultura de búsqueda insana de la felicidad permanente.
Como mencionaba en mi anterior post sobre Rocky y mi compañera Ainhoa se encargó de recordarme en los comentarios:
Lo realmente sano y positivo es aceptar que vamos a tropezar, a caer y a sentirnos mal, eso es lo que nos va a permitir levantarnos y disfrutar de la satisfacción de la superación, de la alegría de estar y de sentirnos vivos.
Contra el positivismo permanente
Hace muy poco que tuve uno de esos días en que me encontraba confundido, triste, decaído e insatisfecho (sí, todas al mismo tiempo).
Uno de esos días en que, además de sentirme así, no hacía más que darme de narices con mensajes del tipo «ser feliz es posible» , «valora lo que tienes», «sé positivo», «descubre lo que quieres», y otros muchos como por ejemplo…
Pues nada de eso señoras y señores, no pretendo el positivismo ni la felicidad permanentes porque perseguirlos me parece algo sumamente perjudicial por inalcanzable.
Resulta que cuando nos dejamos arrastrar por la cultura de la búsqueda de la felicidad permanente, lo que conseguimos es aumentar nuestro nivel de insatisfacción hasta niveles altamente insanos.
Lo que yo creo saludable, y lo que realmente quiero cuando llegan esos momentos, es aceptar que estoy confundido y frustrado porque soy un ser complejo e imperfecto que no alcanza a comprenderlo todo, permitiéndome estar triste y decaído porque tengo todo el derecho de estarlo si es así como me siento.
Por unos u otros motivos ese día no supe gestionar mis emociones como debería, y el hecho de no aceptar mi derecho a sentirme así, hizo que mi frustración fuese en aumento hasta que me puse furioso, con lo que logré convertir una emoción en un principio sana, natural y aprovechable, en un sufrimiento totalmente insano, además de opcional.
Para que quede meridianamente claro:
Nadie tiene el derecho de imponerte como debes sentirte, pero tú sí tienes el derecho de sentirte como te de la gana.
La Tristeza y la Furia
Después de toda esta declaración de derechos emocionales que me ha sentado de maravilla, quiero despedirme compartiendo contigo un cuento que guardo en mi baúl de reflexiones, y que habla de todo esto desde el punto de vista de una fábula.
Una pequeña joya para quién sepa valorarlo.
Dice así:
«En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas.
Había una vez… un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua…
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza.»
No te martirices por estar triste y nunca permitas que alguien te diga como tienes que sentirte.
Dale la bienvenida a todas tus emociones, acéptalas, abraza sus posibilidades y aprende sus lecciones.
Eso es lo realmente positivo, lo realmente sano y lo que realmente vale, porque eso es lo que te acercará a vivir y crecer de verdad.
La vida te sonreirá cuando dejes de pensar que es una mierda, y para eso has de empezar por aceptar en todo momento lo que viene.
[Foto de portada: dos polluelos muertos antes de nacer]
Yo Juan, creo que es perjudicial como tú dices engañarse y pensar que nunca nada nos hará sentir mal. De hecho hay una ratio de pensamientos positivos/negativos que se suele indicar como perfecta que es de 4 a 1.
Hasta ahí estoy de acuerdo. En lo que discrepo de ti, es en el hecho de que hayamos de permitirnos morar en la tristeza o en los sentimientos negativos. Al contrario, creo que hemos de conocerlos, aceptarlos y después reinterpretar para no quedarnos estancados en la negatividad.
Un saludo.
Mi intención Iván, no es transmitir que debamos permitirnos morar en la tristeza o en los demás supuestos sentimientos negativos, sino que, como bien dices, lo que pretendo es promover que debemos aceptarlos, conocerlos y aprender de ellos.
Esta me parece la manera más sana de sentir, y es lo que creo que nos evitará precisamente morar más tiempo del necesario en estos estados profundizando demasiado, porque así conseguiremos dejar que fluyan y que tal como vienen se vayan.
Negándolos los reforzaremos y los haremos recurrentes en vez de simplemente aceptarlos y dejar que pasen.
Un saludo!
Buenas noches Juan,
Tenemos un proyecto entre manos para contar experiencias, pensamientos y sensaciones.
Nos gustaría publicar esta historia si te parece bien.
Por favor contestame al mail si nos das permiso para poder publicarla en nuestro nuevo bloc que esta en construcción.
Puedes buscarnos en facebook en la pagina cuenta tu experiencia.
Como veras estamos empezando y desde nuestra humildad te pedimos que nos dejes contar tu historia.
Un saludo.
Equipo cuenta tu experiencia
No podría estar más de acuerdo contigo, Juan. Vivimos en una cultura que nos hace sentir disfuncionales y genera en nosotros insatisfacción en cuanto nos sentimos un poco decaídos. Es así como tantas personas se sienten enfermas, se alarman y acaban dependiendo de costosas medicinas o terapias, ya que se nos vende la idea de que debemos sentirnos plenos, poderosos, exitosos y felices todo el tiempo. Es necesario aceptar que somos luz y sombra, alegría y tristeza. Lo que legitima la tristeza que sentimos a veces es nuestra propia aceptación. Toda emoción trae consigo un mensaje del cual deberíamos poder aprender una lección. En tanto no nos incapaciten para afrontar la vida cotidiana, esas fluctuaciones del estado de ánimo son absolutamente normales.
Te felicito por este post!
Un abrazo.
Fer
¡Muchas gracias María Paz!
Estoy completamente de acuerdo contigo y además tenía ya ganas de expresarlo porque estoy un poco harto de ver como la «cultura de la felicidad permanente» hace daño a las personas.
Espero que compartirlo nos ayude a todos a darnos cuenta de que lo que realmente nos hace sufrir no son nuestras emociones, sino el no concedernos el derecho de tenerlas ni darnos el permiso de sentirlas.
Un abrazo.
Jolín juan, parece que estamos sincronizados…llevo unos días muy triste, hasta llorando y todo…todos que si alegra esa cara, que si patatín que si patatán…pero es que yo igual que abrazo la felicidad me gusta abrazar la tristeza, a lo mejor me he pasado un poco en el regodeo, pero es tan bonita una sensación como la otra y yo desde luego veo agotador estar siempre a tope de power, un poco de melancolia e incluso frustración y rabia , por lo menos en mi, hacen que aprecie más cuando estoy feliz como una perdiz! (no como esas dos perdicillas muertas con las que nos has obsequiado…¬.¬UUU)
Di que sí, te pongo esta canción que me dedico a veces cuando me sale de mi santo grial estar trispte y patalear un poco:
http://www.youtube.com/watch?v=XsYJyVEUaC4
A disfrutarla!!
Chu!!
Me encanta eso que has dicho de «abrazar la tristeza» Caro, porque une tanto y hace tan valiosas a las personas como pueda hacerlo la alegría. Creo que abrazar a una y a otra es un enorme acto de amor, valentía y aceptación de nuestra humanidad.
Gracias por la canción, te he imaginado abrazándote a ti misma y escuchándola jeje.
Yo también escucho música muchas veces cuando me siento muy emotivo, de hecho, cuando escribía este post estuve escuchando de forma recurrente el Adagio de Albinoni, una obra de arte (como muchas otras) que de no ser por la tristeza o la melancolía dudo mucho que pudieran haber sido creadas.
https://www.youtube.com/watch?v=XMbvcp480Y4
Va por ti Caro Chan!
Ohhhh!!! me encanta esa canción, la tarareo amenudo pero no sabía de quien era, además las imágenes preciosas.
Gracias por el regalito
<3
Me has dejado una justa lección pata empezar el día. Suelo no perturbarme por las emociones que llamamos negativas, pues entiendo que tras su paso suelo quedar más centrada y renovada. Así que como tú y espero poder transmitir la misma enseñanza, valoro, acepto y doy la bienvenida a todas las emociones que lleguen a mi vida con el propósito de aprender de ella y no retenerlas junto a mí más del tiempo que se requiera para lograr su cometido. Un gran abrazo y buena semana. Chao
Esa es la actitud que pretendo resaltar María Eugenia, y la que me parece verdaderamente sana y enriquecedora. Dejar que las emociones fluyan, no negarlas, sentir, aprender y dejar pasar.
Un abrazo y feliz semana.
Estoy de acuerdo con lo que dices y he interpretado bien. Creo que ha sido de gran ayuda. Aprendo de la tristeza y no abusaré de ella hasta convertirla en sufrimiento. Solo analizaré el porqué y aprenderé de los errores. Siempre hay una lección. Ahora mismo necesitaba leer algo así. Muchas gracias por compartir tus ideas. Un saludo.
Me alegra mucho saber que te ha servido Lumy, porque ese es precisamente el objetivo del post, compartir y que sirva (a mí el primero).
Gracias a ti por seguir aprendiendo a valorarte como mereces.
Un saludo.
A mí me gusta esta canción para animarme:
http://www.youtube.com/watch?v=CPVNdNEXLj0
No conocía esta versión de la canción, siempre escuché la que hizo M.C.Hammer en los 90.
¡Menudo traje y menudo figura! 🙂
Como tengo el derecho de sentirme como me de la gana… gana el positivismo que siento y vivo.
Así mismo como me concedí en su momento el derecho de sentirme triste, y de aceptar que lo injusto provoca rabia, y que el condicionamiento y la presión social me cobraron muchas lagrimas y momentos tristes…, así mismo me concedo hoy el derecho y el querer estar feliz hasta cuando las baterías se gasten y vuelva a darme la oportunidad de estar triste. De eso se trata esa búsqueda sana, de levantarte todos los días y aceptar que vives! Triste o feliz, es vida!
Si en lugar del ego, fuera la tristeza que tocara mi puerta la recibiría con un abrazo y lagrimas en mis ojos, la aceptaría en mi casa, me tomaría un trago con ella, y tal vez invite a la furia disfrazada, a hacernos compañía, pero sé que la puerta de atrás siempre estará abierta para la felicidad… 🙂
El condicionamiento y la presión social se cobran lágrimas, descontento y frustración cuando van en contra de lo que somos y queremos, por eso te mando mi felicitación más sincera por haberte dado la oportunidad de vivir tu tristeza, por haber aprendido de ella, por haber luchado contra todo lo que te oprimía y por perseguir sin descanso la vida que quieres, lo que ha hecho que no solo hayas abierto la puerta para recibir lo que viene, sino que la hayas cruzado y ahora puedas mirar desde el otro lado con orgullo y satisfacción.
¡Eso es vivir!
Al leer tu post se siente alivio. Coincido contigo en la presión permanente a la que estamos sometidos de buscar como locos la felicidad en todo momento, lo que genera un conflicto y una lucha constante contra nuestra emociones.
Creo que reconocerlas todas y aceptarlas aunque sean incómodas es parte de nuestro crecimiento personal y, como dices, contribuye a ser conscientes de los momentos positivos con mayor intensidad.
La insatisfacción y la frustración son dos grandes fuentes de sufrimiento que van de la mano de la no aceptación, por eso darnos el permiso de no ser perfectos y abrazar nuestras limitaciones de vez en cuando me parece muy recomendable, además del hecho de que si no existiese la tristeza tampoco podríamos disfrutar plenamente de la alegría, al igual que no hay luz sin oscuridad.
Me alegra mucho saber que te ha servido Clyo, muchas gracias por compartirlo.
Saludos!
Me ha recordado a cuando me encuentro algo triste, que siempre me digo «pues nada, ahora uno o dos días fastidiado… ¡qué aburrimeinto!» Nunca me preocupo por estar triste, son cosas naturales. A veces puede pasar como respuesta natural a haber pasado un momento de gran excitación.. a los líquidos del cerebro les toca volver a sus niveles.
Es como e dolor de cabeza o el resfriado. Cuando lo tienes no te preocupas, solo piensas «qué coñazo, ahora dos así… pero no pasa nada».
Correctísimo fondo: cuidado con el mensaje que mandamos sobre la felicidad y el bienestar, pues corremos el riesgo de que se aleje en exceso de la realidad. La felicidad es parte de la vida, la tristeza también… Nuestra misión, que haya más de lo uno que de lo otro.
Supongo que como comentas los estados emocionales por los que pasamos dependen en gran medida de los niveles hormonales circulantes (toma ya). Lo saludable es aceptarlo como algo natural y necesario para liberarse de la sensación de frustración o angustia (sufrimiento) que provoca el hecho de no hacerlo.
Me apunto a «nuestra misión» Pablo, ese es el objetivo.
Gracias por participar.
Saludos.
Una entrada cojonuda Juan. Estoy totalmente de acuerdo. Creo que hay que vivir día a día y afrontar lo que le le sucede a uno con naturalidad, sin falsas expectativas. Creo que todo llega y todo pasa. El estar buscando continuamente la felicidad no te deja disfrutar y sufrir lo que vives en el presente. Hay días o temporadas mejores y peores. La vida es así.
Un abrazo Juan
Gracias Kris, me alegro que te haya gustado.
Un abrazo!
Es vital, no parar de aprender hasta tener la sensación de haber llegado a la verdad. Aprender es un acto de generosidad y amor contigo y con tus demás. Es ir encajando las piezas de tu desarrollo personal. Desdudar las Dudas. Es un acto de humildad y de grandeza romper con lo establecido, dar por hecho lo que otros dan por hecho porque deciden seguir viviendo en la ignorancia, cosa a la que también tienen derecho.
Gracias por compartir a través de este medio o del que se te ocurra. Si todo lo dejas dentro, escondido en la estantería de tu alma con todo lleno de polvo de estrellas, será difícil acceder para quien guste. Con paredes, puertas y las ventanas cerradas es imposible contemplar el paisaje de las verdades que se desnudan.
Se yo de uno que se lo va a pasar teta con un nuevo conocimiento que esta por venir y tiene mucho que ver, con lo que escribes en este articulo con mas pinceladas al oleo; ninguna emoción es mala si sabemos entender para que ha venido y si sabemos contextualizara en la situación que le corresponde.
Seguimos la senda llenando la caja de herramientas de conocimiento del vital. La obra de arte que estamos construyendo se llama Yo, y cada vez que aprendemos de ti, o llegamos a nuevas conclusiones o conocimientos, a partir o a través de ti, estamos hechos de pedacitos de ti. Gracias Compañero.
Muy de acuerdo sobretodo con el primer párrafo de tu comentario Lucía. Permanecer en la ignorancia teniendo los medios necesarios para aprender y evolucionar me parece un acto de cobardía aunque se tenga todo el derecho, muchas veces porque el miedo a salir de la comodidad puede más que la curiosidad y las ganas de descubrir y descubrirnos.
Como dices queda mucho conocimiento por descubrir y mucho por comprender, y también tú (o a través de ti, o contigo) contribuyes a estimularme para avanzar en ese sentido con tus más que interesantes aportaciones.
Gracias Compañera.
No puedo estar más de acuerdo contigo amigo!!!. Si evades sentir la tristeza, se convierte en rabia y la rabia, reprimida en furia, que a su vez no deja de ser tristeza con disfraz.
Dejarse sentir en plenitud una emoción que no es agradable no es fácil; la mente es muy lista y sólo quiere «jarana y risas» porque cuando presiente que va a llover por la mejilla, es especialista en despistarse con otras cosas para evitar el chaparrón.
Rabia, furia y además frustración, menudo cóctel más apetecible 😉 .
No son emociones nada agradables, pero como muy bien comentas Ana, es todavía peor negarlas y rechazarlas, ya que lo que conseguimos haciéndolo es potenciarlas y transformarlas en un sufrimiento todavía menos soportable, y sobretodo nada enriquecedor y del que no sacaremos nada positivo.
Muchas gracias por aportar.
Es un placer tenerte por aquí y estás en tu casa.
¡Un fuerte abrazo!
Y casi seis meses después, aquí seguimos!! Esto es también un triunfo!!
No te quepa la menor duda 😉
Debo hacer una discrepancia: «los humanos nos diferenciamos de los animales en que nos emocionamos» temo decirte que te equivocas, pues hay ya investigaciones que aseguran que los animales también tienen emociones, puedes averiguarlo tú mismo
¿Todavía crees que los animales no tienen emociones?
Ya hay pruebas que demuestran.lo contrario
No conozco esas pruebas que mencionas Gema, ni tampoco niego que algunas especies animales procesen emociones, lo que sí parece bastante claro es que ninguna especie las procesa de igual forma que los humanos debido a las gran diferencia de capacidad cerebral que nos distingue.
Un saludo.