La soledad puede ser una buena opción si somos capaces de encontrar y aprovechar sus muchas virtudes, sin embargo, cuando la soledad deriva en aislamiento, estamos abonando el terreno para el abandono no solo de nuestras relaciones, sino de nosotros mismos y de nuestras vidas.
«Consuelo vivía sola en una vieja casa de piedra situada en un pequeño pueblo de montaña de unos 300 habitantes, donde no era una excepción que las temperaturas alcanzasen, en una noche fría de invierno, los -20 grados bajo cero.
Cumplidos los 56 años había pasado los últimos 28 en compañía de su marido, muerto hacía 8 meses de un aneurisma cerebral. Sus dos hijos hacía tiempo que se habían marchado del pueblo en busca de algo que llenase sus vidas, y no les veía ni hablaba con ellos desde hacía meses; las precarias líneas de teléfono del pueblo no se lo permitían, y tampoco se sentía con fuerzas para caminar 8 kilómetros hasta el teléfono público más cercano.
El invierno alcanzó la montaña especialmente severo, y Consuelo luchaba por levantarse cada mañana sintiendo como el frío acampaba en sus huesos y el dolor inundaba su alma, llevándose poco a poco los restos de su esperanza.
Consumida, se incorporaba con esfuerzo en la pesada cama cargada de mantas, se calzaba sus viejas zapatillas y arrastraba con pesadez sus pies hasta la cocina de leña que calentaba la casa, y que hacía horas que se había apagado. La leña se le había terminado hace tiempo y no había hecho nada por reponerla, por lo que usaba como combustible los cartones de leche vacíos que compraba por cajas en la única tienda del pueblo.
Su pensión no le permitía muchos dispendios, su ánimo tampoco. Su última compra de hacía 4 días, para lo único que ya salía de casa, había consistido en 48 cartones de leche y 6 paquetes de galletas: se le olvidó reponer el único mechero que tenía ya vacío de gas.
De pie en medio de su cocina recorrió con la mirada la sucia estancia, hasta que se topó con el averiado y viejo teléfono que colgaba de la pared y recordó entonces como sonaban las voces de sus seres queridos. Cerró los ojos, bajó la cabeza, y lloró amargamente.
Caminó con lentitud y pesadez de regreso a su habitación, se sentó en su cama y se abandonó entregándose a su destino.»
El cadáver de Consuelo fue descubierto el 27 de noviembre de 1998. Había muerto por congelación 12 días antes y nadie la echó de menos en ese periodo, aunque su aislamiento hizo que la vida comenzara a escapársele mucho tiempo atrás.
La Soledad Es Una Opción
Yo he vivido solo durante bastantes años, vivo solo actualmente y estoy ciertamente acostumbrado a mis circunstancias, las cuales he aprendido a valorar porque he sido capaz de aprovechar las muchas virtudes de la soledad, pero esto difiere bastante de que quiera vivir aislado.
En realidad no es la soledad física lo que nos hace daño y nos maltrata psicológicamente, sino el sentimiento de soledad que nos conduce poco a poco hacia el aislamiento, y que nosotros mismos generamos.
Si bien es cierto que puedo sentirme solo porque no tengo contacto con nadie, lo más frecuente es que me sienta solo porque los contactos que tengo con los demás no me satisfacen. Cuando nos sentimos solos podemos estar rodeados de personas sin que eso suponga ningún cambio.
Sentirse solo no es un hecho, es una actitud.
En la historia que te he relatado, Consuelo no se abandonó por el hecho de vivir en un pequeño pueblo de montaña con duros inviernos en el que había estado durante toda su vida, ni tampoco por haber perdido a su marido o el contacto con sus hijos (aunque todo esto pueda resultar muy duro para cualquier persona)… Consuelo perdió su esperanza y sus ganas de vivir porque dejó de compartir su vida, se encerró en su casa y en sí misma, y se dejó arrastrar por sus circunstancias aislándose del resto del mundo. Eso fue lo que realmente la condujo a su fatal desenlace.
El Aislamiento, Una Sentencia
Hace unos días que he vuelto a ver la película Into the wild (basada en el libro de Jon Krakauer con el mismo nombre, y la cual te recomiendo) en la que su protagonista, asqueado y harto de los valores de la sociedad que le rodea, decide romper con todo y desaparecer emprendiendo un viaje que le ponga en contacto con su verdadera naturaleza, libre y salvaje.
Su meta es alcanzar Alaska y su sueño vivir aislado del resto del mundo, sin más contacto humano que consigo mismo, y sin tener que satisfacer más necesidades que las que le permitan seguir vivo. Lo consigue y vive un tiempo feliz y satisfecho en tales circunstancias, pero poco a poco se va dando cuenta de que le falta algo para que su vida sea plena: compartirla.
[Fotograma de la película]
Hoy día existen muchos caminos de vida posibles que podemos tomar y todos me parecen válidos, pero ninguno de ellos excluye totalmente las relaciones con los demás, y si alguno lo hace yo no le llamaría un camino de vida, sino un camino de muerte.
No estoy hablando de que no existan personas que sean capaces de excluirse durante más o menos tiempo, como así parece, estoy hablando de que esto no es ni de lejos lo más adecuado para los seres humanos, sobretodo teniendo en cuenta lo difícil que debe ser llevar ese modo de vida una vez que has conocido lo que compartir con los demás representa.
Al igual que nuestro cuerpo necesita de alimentos para sobrevivir, compartir es el alimento de aquello que llamamos alma.
Puede que dejar de compartir y de relacionarnos con los demás de forma radical, no nos mate tan rápido como dejar de ingerir alimentos, pero entiendo que es una actitud que se aleja bastante de lo que significa llevar una vida plena.
Compartir y Conectar
El problema fundamental con el que solemos toparnos a la hora de compartir nuestra vida con los demás, está en encontrar y rodearnos de las personas que nos aportan aquello que necesitamos (lo cual por cierto puede variar mucho de unos a otros), y es precisamente ahí donde está la clave: en conectar.
Para no sentirme solo lo más importante no es estar rodeado de personas, para no sentirme solo lo más importante es conectar con las personas que me rodean.
Y para mí la base para conectar está en tener un mapa del mundo lo más parecido posible, y no solo en cuanto a gustos, inquietudes o aficiones, sino algo más importante y profundo, en cuanto a creencias y valores. Si esto último falla, la conexión fallará y la insatisfacción está garantizada.
Puedes estar rodeado de tu familia, tener pareja, tener amigos, pero si no te identificas con esas personas en tu nivel más profundo, sentirás que algo no funciona, que algo te falta, y que además no es un algo cualquiera: es un algo que te hace infeliz.
Aunque afortunadamente todos los seres humanos tenemos la capacidad de evolucionar mentalmente de una manera muy rápida, desafortunadamente hay muchos que desaprovechan esta gran cualidad.
Es la evolución personal (o el estancamiento) lo que muchas veces hace que los caminos de las personas se separen, porque sentimos que hemos perdido esa conexión profunda de que te hablaba, y esto hace que la necesidad de conectar de nuevo cobre mayor fuerza.
Durante toda la vida estamos buscando a personas con quién conectar y ¡qué gran satisfacción es encontrarlas!
Es precisamente de esa búsqueda de la que te hablaba en mi artículo por cojones y sin política, y como esta es mi publicación número 100 y he vuelto a hablarte de ello, que mejor manera de celebrarlo que haciendo honor a lo que escribí entonces.
Es por eso que he decidido coger de nuevo mi mochila y lanzarme a cultivar mi genial actitud, dedicándome a explorar físicamente Portugal y metafísicamente mi existencia 🙂 .
Si durante las próximas dos o tres semanas estás en ese fenomenal país, no dudes en ponerte en contacto conmigo (por aquí por ejemplo), quizá podamos encontrarnos y explorar-nos-lo juntos.
Qué me dices.
¿Conectamos?
[La foto de cabecera se corresponde con lo que puedo ver un día cualquiera por la ventana de mi cocina]
Menudo post de crack. El tema de conectar con los de nuestro alrededor es algo fundamental a lo que últimamente le doy muchas vueltas. De hecho, las conversaciones más profundas que he tenido en estos días atrás ha sido, curiosamente, sobre la necesidad de conectar con las personas de nuestro entorno a un nivel bastante profundo. Para conectar digamos que necesitas compartir una cultura, una mentalidad… una manera de ver la vida, y abrirte a los demás esperando oír un «yo también fui Erasmus» o un «yo también soy un mega freak de …». Cuanto más freak seas de algo, más fácil es conectar con otros freaks del tema. Es ahí cuando sucede la magia: de repente, ese extraño que acabas de conocer, se convierte en un amigo de toda la vida en cuestión de segundos. Es algo así como tener un orgasmo interpersonal.
Gracias por deleitarnos un lunes por la mañana así por las buenas =) Un abrazo.
Estoy de acuerdo Javier, la conexión se hace más profunda cuando se comparte la pasión por una misma cosa, porque normalmente esto lleva consigo unos valores y una forma de vida similares. Y sin duda conectar con alguien a ese nivel es una de las mejores cosas que nos pueden pasar para no solo disfrutar de la vida, sino también para avanzar y evolucionar de la mano de alguien que nos comprende y refuerza.
Gracias a ti por pasarte y participar.
Un abrazo!
Tío, siempre me dejas tocada con tus post, que pena de historia joder!
Y si, entiendo perfectamente lo de la soledad rodeada de personas. Aquí conozco ya muchísimas pero son bien pocas con las que conectas y puedes sentir un poco de calorcito en el alma <3
No des mucha envidia de tu periplo anti hermitaño lusitano… Porfiii! Jejeje
Por cierto una vista preciosa desde tu cocina.
Chuuuuu!!
Me alegra saber que te llegan mis historias, de eso se trata, de «conectar» a través de ellas, usándolas para explicar lo que planteo, eso sí, espero no haberte amargado el día 🙂
El periplo me lo tomo como una aventura y un gran aprendizaje, estoy seguro de que me vendrá muuuy bien, pero sin envidias.
La foto está hecha en otoño, por eso se ven de ese color los árboles, ahora están mucho más verdes!
Besoteee!
Cómo disfruto cuando empiezas a escribir con historias reales y terminas conectando con quienes te leemos de la misma forma…
«Si quieres caminar rápido, camina solo… Si quieres caminar lejos, camina acompañado…»
¡A seguir entrenando en Portugal para el día en que te toque luchar conectando de verdad!
Abrazote
Me gusta que te guste Andrea, sobretodo sabiendo lo sentimental que eres y lo bien que extraes lecciones de todo y de todos 🙂
Yo, en este viaje, caminaré en un principio solo, pero despacio, lo lejos que llegue está por ver.
Abrazote!
Buena entrada, Juan.
Pásalo bien en tu viaje, explora y explórate, ya contarás.
Un saludo,
Livia
Muchas gracias Livia.
Como bien dices: explorando…ando.
Un saludo!
Hola Juan!!! Lo primero decirte que me encanta como escribes, es muy fácil seguir el hilo de lo que cuentas, y se me ha pasado el post rapidísimo. Lo segundo, no me he podido sentir más identificada con el post. Durante todo el año pasado viví y trabajé en L ondres, donde conocía varias personas con las que siempre tenia algo que hacer: ir a tomar algo, a algún evento, a clase, a trabajar. Me mudé a Edimburgo con el objetivo de crear mi actual blog, con la de horas frente al ordenador que eso conlleva y el aislamiento social, también. Por primera vez en mi vida me di cuenta de cuan importantes son las relaciones sociales con las personas, va en nuestra naturaleza, y si no las tenemos, nos deprimimos. Asi es, ni mas ni menos. Yo era de las que veia raro que en los grupos de facebook la gemte escribiera para tomar un cafe con extraños. Ahora ya lo entiendo todo, y lo mejor es que me alegro de haberlo experimentado y de darme cuenta de que necesitamos un minimo de relaciones sociales, al igual que contacto con la naturaleza. Sin una cosa ni otra, las depresiones nos acechan. Genial post! Un abrazo
Muchas gracias por los cumplidos Elisa, me alegro de que te guste mi estilo 🙂
Yo soy de los que no rechaza ninguna vía de comunicación-conexión hoy día, procuro mantenerme abierto a las posibilidades y a cualquier medio que la tecnología actual nos ofrece, por eso me parece bien que la gente busque el bienestar de la forma que quiera y pueda (sin molestar claro). Como bien dices, contactar y conectar con los demás y con la naturaleza es esencial para disfrutar de la vida, y en esa «carrera» estamos todos.
Mi más sincera enhorabuena por tu nuevo proyecto, tiene muy buena pinta y estoy seguro de que con tus ganas y buen hacer lo sacarás adelante. Te seguiré de cerca (ahora que te has ganado mi corazoncito)
Un abrazo!
El impulso, la necesidad, el imperativo biológico de conectar es algo sobre lo que reflexiono mucho. Me he sentido identificado con muchos tramos del post y gracias a ello he tejido unos hilos entre nuestra existencia, abandonando por momentos la soledad de esta habitación. Que reconfortante es cuando encuentras a otro ser con el que compartes puntos de vista.
La soledad y yo también somos viejos conocidos. Lo peor que le encuentro a este estado es que forma una espiral de retroalimentación. Cuanto más tiempo pasas solo, más inexperto te vuelves socialmente y te es más complicado abandonarla. Por otra parte me es imposible concebir la vida sin momentos de aislamiento, sin poder retirarme a mi cueva. Lo necesito para reflexionar y crear.
La solución estaría en el término medio, en el «aurea mediocritas» griega. Hacerle hueco a los dos extremos, y por supuesto (como bien indicas) encontrar a las personas con las que es posible conectar.
Que tengas buen viaje, tanto interior como exterior. Espero que nos regales tus impresiones.
Un saludo.
Estoy de acuerdo en lo de la retroalimentación Pako, cuanto más tiempo pasas solo más te vas refugiando en ti mismo y menos «trato social» practicas, como si poco a poco fueras renunciando a encontrar alguna relación que pueda resultar satisfactoria, refugiándote cada vez más en lo conocido, es decir, en ti mismo. La soledad tiene muchas cosas buenas y otras no tanto, como dices es una muy buena fuente de la que beber para reflexionar y crear, y creo que gracias a eso muchos genios han explotado todo su potencial, pero el aislamiento que puede provocar no resulta para nada agradable.
Muchas gracias por tus buenos deseos para mi viaje, espero que sea (o hacerlo) bueno en todos los sentidos, y también compartir desde aquí todo lo que considere más o menos relevante 🙂
¡Un saludo!
Actitud expectante -> Expresión triste -> Suspiro hondo -> Sonrisa cerrada -> Asentimiento convencido -> Sonrisa abierta.
Nada que añadir, está todo dicho.
Cuando la brújula te pida buscar el norte no dejes de pasarte a reconectar por Asturias.
Prometo nuevas conexiones neuronales.
¡Un abrazo!
Gracias campeona!
Mi brújula me pide buscar el norte y todos los demás puntos cardinales, por lo que en cualquier momento tendrás noticias de mis neuronas, y el abrazo no será virtual sino en vivo y en directo 🙂
Disfruta de tu enooorme aventura ciclista.
Besote!
Qué bueno Juan; impecable escrito. Me encantó eso de «compartir es el alimento del alma». Aislarse es insano, los maridajes con ingredientes que conecten son súblimes, necesarios y mejor si son compartidos.
Un abrazo,
Raquel
Sin duda ‘conectar’ a un nivel profundo es la clave para disfrutar de compartir y de nuestras relaciones.
¡Un abrazo Raquel!
Hola Juan!
Creo que ya había leído este post antes porque me suena muchísimo la historia de Consuelo, pero quizá no me tocara en su momento como me ha tocado ahora…
Hace pocos días que se fue mi abuelito, el único que me quedaba, de forma voluntaria poniéndose una soga al cuello, a la antigua usanza.
Mi abuelo se sentía muy solo a pesar de estar rodeado de gente que le quería, no quería a nadie a pesar de que los demás nos esforzábamos porque lo hiciese, no encontraba sentido a su existencia a pesar de tener una salud de hierro a sus 91 años. Supongo que por todo esto decidió marcharse., la invadía una soledad amarga que no supo gestionar. Quizá ni siquiera quiso hacerlo…
Él no sabía conectar con las personas, ni siquiera con las de su propia familia, porque estaba totalmente desconectado de si mismo. No sabía compartir, supongo, por lo poco que me ha dejado conocerle…
El camino compartido siempre es más llevadero, a pesar de que yo no tengo problema con la soledad cuando es elegida claro.
Ojalá hubiese sabido cómo conectar con él, cómo hacerle sentir menos solo y cómo entender un poco mejor sus circunstancias.
Un abrazo
Creo que la mayoría de personas nos movemos más en el ‘no saber’ que en el ‘no poder’, y ese no saber muchas veces nos conduce al ‘no querer’ por la frustración que nos provoca el intentarlo y fracasar.
De esta forma nos cerramos a la evolución y al cambio, nos encasillamos y nos aislamos, y como muy bien apuntas Tania, esto sucede porque estamos desconectados de nosotros mismos, no nos conocemos y no sabemos todo lo que podemos llegar a conseguir.
La responsabilidad en una relación recae siempre en las dos partes, pero si una de las partes está cerrada a la comunicación y a la conexión eso lo complica todo. Dos no discuten si uno no quiere, cierto, y lo mismo pasa en una relación.
Como digo siempre las experiencias están ahí para aprender de ellas, y sobre nosotros, y hacerlo es lo que nos permite crecer y evolucionar como seres humanos hacia aquello que nos propongamos, pero sin dejar de pasar páginas y desde el presente, que es el único momento real que tenemos.
Mucho ánimo y un fuerte abrazo.
Me ha encantado eso de conocer físicamente Portugal y metafísicamente mi existencia. Tuvo que ser un viaje bien lindo.
Lo de no conectar con tu círculo más cercano es una putada tremenda… Resulta realmente frustrante darse cuenta de que, después de tantos años y a pesar de ser tus seres más allegados, hay pocas cosas, valores y creencias compartidas con ellos.
Te sientes un bichito raro y ellos tampoco es que se encarguen de no hacerte sentir de otra manera… no les puedes echar la culpa de ninguna manera… Por contra, es maravilloso, cuando una vez superado ese shock, sales al mundo a buscar aquello que vibra en tu misma onda. Y descubres que no estás solo, porque aunque físicamente no estés a lado de esa gente a diario, hay una poderosa unión mental mucho más allá de cualquier distancia en kilómetros.
Entonces empiezas a gozar de la soledad y de poner a cada cual en el lugar que para ti corresponde.
Fue uno de mis mejores viajes Ana, de los que más he disfrutado, y eso creo que sucedió porque lo hice con la actitud adecuada (además de que todo era nuevo para mí).
Buscar es muy chulo pero encontrar es la leche. Esa vibración conjunta hace que el mundo adquiera más colores y más vivos, y el corazón comienza a resonar con fuerza porque quiere más.
Nadie está solo, nunca, pero eso es algo que cada uno de nosotros debe descubrir por sí mismo, para desde esa creencia darse el permiso de gozar de todas esas conexiones que están por todas partes extendiendo sus tentáculos.
¡Agárrate fuerte!