Una noche como todas recorro la ciudad semidesierta mientras uno tras otro los pensamientos desfilan incesantes por mi mente. Veo luces que se apagan, escucho ecos que flotan en el aire, y siento el latir de corazones desconsolados que tratan de guiar almas perdidas que aún no han encontrado el camino a casa.
Una noche como todas soy esclavo de mis emociones, fiscal de mis mentiras, abogado de mis pasiones, capitán de un barco ingobernable navegando por un mar de inquietudes, abocado al naufragio por convertir una y otra vez en fracaso lo que comenzó siendo un camino de esperanza.
Una noche como todas duermo y tengo sueños que no puedo controlar. Sueños dónde las imágenes se suceden y los escenarios cambian sin cesar, en un desfile al que no encuentro sentido cuando lo analizo al despertar, mientras aún permanece su recuerdo.
Sueños dónde sigo siendo un perfecto desconocido que se observa a sí mismo, y todavía se sorprende con su propia ignorancia.
Un pedazo de cielo perdido en un oscuro universo de contradicciones.
Una noche como todas reflexiono sobre lo importante que muchas veces es sentir, y lo molesto que otras muchas es decir, y es pensar, cuando una palabra que pronuncio arruina un instante de mi vida que ya no volverá, o un pensamiento que surge contamina una sensación que se pierde para siempre en el tiempo.
Una noche como todas, una reflexión como ninguna
«Yo estaba allí desde el primer momento, en la adrenalina que circulaba por las venas de tus padres cuando hacían el amor para concebirte, y después en el fluido que tu madre bombeaba a tu pequeño corazón cuando todavía eras sólo un parásito.
Llegué a ti antes de que pudieras hablar, antes aun de que pudieras entender algo de lo que los otros te hablaban.
Estaba ya cuando torpemente intentabas tus primeros pasos ante la mirada burlona y divertida de todos.
Cuando estabas desprotegido y expuesto, cuando eras vulnerable y necesitado.
Aparecí en tu vida de la mano del pensamiento mágico, me acompañaban las supersticiones y los conjuros, los fetiches y los amuletos, las buenas formas, las costumbres y la tradición, tus maestros, tus hermanos y tus amigos. Antes de que supieras que yo existía, yo dividí tu alma en un mundo de luz y uno de oscuridad.
Un mundo de lo que está bien y otro de lo que no lo está.
Yo te traje tus sentimientos de vergüenza, te mostré todo lo que hay en ti de defectuoso, de feo, de estúpido, de desagradable.
Yo te colgué la etiqueta de “diferente” cuando te dije por primera vez al oído que algo no andaba del todo bien contigo.
Existo desde antes de la conciencia, desde antes de la culpa, desde antes de la moralidad, desde los principios del tiempo, desde que Adán se avergonzó de su cuerpo al notar que estaba desnudo… y lo cubrió.
Soy el invitado no querido, el visitante no deseado, y sin embargo soy el primero en llegar y el último en irme.
Me he vuelto poderoso con el tiempo, escuchando los consejos de tus padres sobre cómo triunfar en la vida.
Observando los preceptos de tu religión, que te dicen qué hacer y qué no hacer para poder ser aceptado por Dios en su seno.
Sufriendo las bromas crueles de tus compañeros de colegio, cuando se reían de tus dificultades.
Soportando las humillaciones de tus superiores.
Contemplando tu desgarbada imagen en el espejo y comparándola después con las de los “exitosos” que se muestran por televisión.
Y ahora, por fin poderoso como soy y por el simple hecho de ser mujer, de ser negro, de ser judío, de ser homosexual, de ser oriental, de ser discapacitado, de ser alto, pequeño o gordo, puedo transformarte en un pedazo de basura, en escoria, en un chivo expiatorio, en el responsable universal, en un maldito bastardo desechable.
Generaciones y generaciones de hombres y mujeres me apoyan.
No puedes librarte de mí.
La pena que causo es tan insostenible que para soportarme deberás pasarme a tus hijos, para que ellos me pasen a los suyos, por los siglos de los siglos.
Para ayudarte a ti y a tu descendencia, me disfrazaré de perfeccionismo, de altos ideales, de autocrítica, de patriotismo, de moralidad, de buenas costumbres, de autocontrol.
La pena que te causo es tan intensa que querrás negarme y para eso intentarás esconderme detrás de tus personajes, detrás de las drogas, detrás de tu lucha por el dinero, detrás de tus neurosis, detrás de tu sexualidad indiscriminada.
Pero no importa lo que hagas, no importa a dónde vayas, yo estaré allí, siempre allí.
Porque viajo contigo día y noche sin descanso, sin límites.
Yo soy la causa principal de la dependencia, de la posesividad, del esfuerzo, de la inmoralidad, del miedo, de la violencia, del crimen, de la locura.
Yo te enseñé el miedo a ser repudiado, y condicioné tu existencia a ese miedo.
De mí dependes para seguir siendo esa persona buscada, deseada, aplaudida, gentil y agradable que hoy muestras a los otros.
De mí dependes porque yo soy el baúl en el que escondiste aquellas cosas más desagradables, más ridículas, menos deseables de ti mismo.
Gracias a mí has aprendido a conformarte con lo que la vida te da, porque después de todo, cualquier cosa que vivas será siempre más de lo que crees que mereces.
¿Has adivinado, verdad?
YO SOY EL SENTIMIENTO DE RECHAZO QUE SIENTES POR TI MISMO
[Relato autoría de Jorge Bucay]
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La foto la saqué en mi reciente visita a Londres, durante un paseo nocturno para descubrir y admirar las delicias arquitectónicas de la ciudad, y como seguro ya sabes, se trata del Big Ben, iluminado bajo el cielo oscurecido.
Me gusta y suelo pasear de noche en solitario por las ciudades que visito, empapándome de lo que me sugieren los escenarios, las cosas y las personas con las que me encuentro, y reflexionando al mismo tiempo sobre cómo todo eso que percibo me hace sentir.
La introducción que he hecho en esta publicación al relato de Bucay, puede darte algunas pistas de sobre qué estoy hablando, y se me ocurrió incluir dicho relato porque primero, la inspiración se esfumó mucho más rápido de lo que hubiera deseado, y segundo, me parece una reflexión realmente interesante.
Te toca.
¿Sabes qué quieres y lo que crees que mereces?
Estaba yo flipando con esa prosa que te asaltó….Y esas fotos me suenan ¿A quién estarías visitando cuando las sacaste? jejejeje
Un besazo enorme y arriba ese ánimo joder, que veo impregnado últimamente tu blog de esa melancolía gallega…XD
Chuuu!!!
Bueno, la prosa no me asaltó mientras paseaba, es lo que me ha salido ahora al pensar en ello 🙂
Y tienes razón en lo de la melancolía, es cierto que no estoy con la actitud que me gustaría, ni encuentro mi sitio, pero seguiré buscando, en eso no tengo dudas.
¡Un abrazo!
«YO SOY EL SENTIMIENTO DE RECHAZO QUE SIENTES POR TI MISMO» Debo entender que ese sentimiento no debiera ser un compañero muy agradable de tenerlo cerca, para ser sincera considero que nuestra máquina, ese cuerpo que compone todo un gran conjunto de cosas no debiera sentirse agobiado por su gran voz que viene desde el interior, esa voz que nos desconcierta a ratos, nos dice cosas que nos hacen ir y venir, nos confunden, creo que si bien es cierto debemos escuchar a ese ser que nos habla desde el interior también debemos restarle importancia en el momento que estamos disfrutando de lo exterior.
De pronto sería bueno apagar por un momento esa poderosa voz para poder disfrutar mejor nuestros paseos, esa voz inquieta que habla y nos ciega en los momentos menos precisos.
Yo la apago en momentos cuando disfruto de todo lo externo que la vida misma me va entregando.
Encuentro hermosa la fotografía, por cierto el lugar encierra un todo, donde tu voz interior debe estar en OFF y tú debes solo disfrutar lo que ves, lo que hueles, lo que tocas…Solo por un momento resulta gratificante…
Hace bien poco que he ido al cine a ver la última película de la saga de Rocky (Creed se titula), y en ella el personaje de Rocky Balboa dice una frase a su pupilo Adonis Creed que viene muy al caso del sentimiento de rechazo Jessica.
Es más o menos así:
«Mírate al espejo y date cuenta de que, a quién ves, va a ser tu mayor enemigo por el resto de tus días».
No hace falta decir mucho más.
Mmmmmm…. Entonces… yo soy tu pupilo… me gusta.
“Mírate al espejo y date cuenta de que, a quién ves, va a ser tu mayor enemigo por el resto de tus días” fue lo primero que me dijiste cuando nos conocimos, mirándonos los dos en el espejo de aquella sala en la calle Santa Ana (Madrid).
Pero tú añadiste: «también tu mejor aliado, esto va ser así, aprende a convivir con ellos»
De eso va a hacer un año el día 19 de este mes… y no veas cuantas reflexiones como ninguna ha habido, tú siendo testigo de muchas de ellas. Gracias.
Si hago un repaso rápido, puedo decir así a «micro abierto», que todas esas reflexiones me han hecho cambiar de ciudad, cambiar de casa (tres veces), cambiar de estado civil, y mañana es el último día del trabajo que he tenido durante los cinco últimos años. ¡Zona de confort, reventada!. ¡»pa» que luego digan!. Todo muy bienvenido, pero en muchos casos lejos de ser placentero.
El dolor también ha hecho de las suyas.
Sin duda alguna Juan, aquella primera frase me reconcilió con «Yo». Doña Perfecta no se perdonaba hasta aquel momento fallar, fracasar, caer, llorar… porque era idiota, perdón, una ignorante.
Por tanto, y después del camino de aprendizaje y de toma de conciencia emprendido, esto que sentiste aquella noche: «soy esclavo de mis emociones, fiscal de mis mentiras, abogado de mis pasiones, capitán de un barco ingobernable navegando por un mar de inquietudes» me lo voy a quedar para AHORA porque, después de este año «caótico», me he sentido más viva que nunca, más triste que nunca, más agradecida que nunca, más inmensa que en toda mi vida, y no hay nada de malo rendirse ante la emoción, descubrir nuestras mentiras, defender nuestras pasiones e ir a nado por el mar de la inquietudes con un boya de esas de poliespán rosa fucsia a la espalda. Perdonarnos por las veces que no hemos sido la persona que esperábamos y sí los valientes que hemos llegado a ser, a veces incluso caminando con vendas en los ojos por suelos repletos de cristales.
Acabo de revisar la escena de la peli ‘Creed’ de dónde he sacado la frase y lo cierto es que lo que Rocky le dice a su pupilo es: «ves a ese tío de ahí que no te pierde de vista (mirando al espejo), es tu mayor rival. Cada vez que le golpeas él te devuelve el golpe así que o lo bloqueas, o lo esquivas, o te apartas.» Yo le he dado algunos ‘retoques’ para que quedara más concisa y seductora jajaja.
Me alegra saber que tu ‘montaña rusa vital’ te está acercando hacia tu mejor versión y en consecuencia hacia la vida que deseas. Eres una valiente y aquí me tienes reconociéndote en exclusiva todo el mérito, porque lo tienes. Y ya sabes de sobra que yo no soy ningún ejemplo para nadie, tan solo un pedacito de cielo perdido en un oscuro universo de contradicciones que comparte públicamente sus logros y miserias.
PD: las boyas de poliespan rosa fucsia molan mazo 😉
Jjajaj! Pues te quedó muy seductora la frase, sí, jajajaja! Qué bichino eres, jajajaja!
Las boyas, ais… gracias 😉