Ya han pasado dos meses sin publicar en este blog, y tengo que decirte que no se trata de que no tenga nada que contar, de que no haya experimentado nada nuevo, o aprendido sabias lecciones que podría compartir aquí, se trata de que sigo buscando la motivación que hasta ahora me impulsaba a hacerlo.
No me pidas razones, sencillamente me he acomodado olvidándome de cualquier tipo de compromiso para conmigo mismo. Y sin motivación y compromiso las palabras y las historias no fluyen como antes. Voy por tanto a lo que hoy me interesa contarte.
En los comienzos de este blog, hace ya más de dos años, tuve contacto con una persona que también se iniciaba en el arte de comunicar vía internet. Alguien que escribía desde las vísceras y cuyos escritos nunca me dejaron indiferente.
No sé mucho sobre esta persona que ya hace tiempo que ha borrado su rastro en la red, ni siquiera su verdadero nombre. Tan solo que era hombre, que le gustaba la escalada y desafiar con su actitud los retos que se presentan por el hecho de vivir en esta muchas veces miserable sociedad.
Tampoco sé lo que habrá sido de él, pero hoy me apetece hacerle un pequeño homenaje compartiendo en este espacio el único fragmento de sus reflexiones que todavía conservo.
Espero que, aunque ya no escriba públicamente para que podamos disfrutarlo, siga gozando de la fuerza necesaria para seguir desafiando su realidad, y contagiando con su actitud a todos aquellos con los que tenga contacto.
Y le doy las gracias por ello.
El Arte De Decir NO, Desde Las Vísceras
Por José Molay.
Que maravillosa frase la de la canción de Fangoria «el arte de decir NO».
Sin embargo, cuantos años cuesta aprender la lección, y que precio tan caro se paga, tanto cuando aprendes, como cuando por fin lo aplicas, si puedes.
Decir NO, llevar la contraria a la mayoría, no porque sí, sino porque de veras así lo sientes. Nadar a contra corriente, no por fastidiar, sino por querer buscar lo que otros desechan.
Apartarse de las autovías y autopistas por las que circulan unos tras otros y con el rumbo prefijado, cientos y cientos de conductores anestesiados, para perderte por caminos y senderos.
No por solitario o antisocial, sino por todo lo contrario, porque entre todos te sientes sólo, perdido, desubicado, y sobretodo, porque aunque te clasifiquen como raro, tú tan sólo te sientes uno más.
Ni mejor, ni peor, tan sólo distinto.
Lleno de matices, dudas e inquietudes, no puedes ni te dejan entrar en ninguno de los corrales ya creados para afinar mentes dormidas.
Y dudas. Y desearías muchas veces ser como los demás. Olvidarte de los patrones, las reglas marcadas y las guías ya prefijadas. Seguirlas sin más, como la mayoría.
Ser su corderillo para así ser aceptado y recibir la palmadita en la espalda, o el cachete en el culete.
Ser recibido aún a costa de ser el bufón, el lame culos, o el felpudo de la entrada, con tal de estar en el grupo, de ser aceptado, integrado, bendecido por los demás, por el grupo, la sociedad, la mayoría.
Aunque eso te convierta en una sombra de la masa, en un trozo de carne que va y viene al son que le toquen los demás.
Y así nunca escribes tu propia canción, ni sigues tu propio camino, ni tropiezas por los caminos que tú decidas seguir.
Serás un simple ser humano de carne, piel y vísceras.
Nunca alcanzaras la alegría de ser una PERSONA, un ser único y especial, pero sin egocentrismos ni narcisismos, simplemente por no dejarte empujar por la vara del pastor, por no dejarte encerrar en el redil, por defender a capa y espada tu desigualdad, tu imperfección, tus múltiples defectos.
Pero que difícil es… ¡cuantas hostias te dan por el camino!
Amigos que descubres que no lo son, parejas que se alejan cuando conocen tus defectos, trabajos que te rechazan por tu maliciosa costumbre de pensar y hablar, vecinos que no aceptan la verdad a la puerta de la cara, entornos sociales donde no hay lugar para la honestidad y la sinceridad, porque es políticamente incorrecta.
Y así te conviertes en el raro de la familia, en el vehemente del piso de al lado, el impresentable del colegio, el trabajador incómodo que no la chupa.
Y dudas, te tambaleas, te resquebrajas y te tienta rendirte, claudicar, agachar la cabeza, arrastrarte para poder descansar, para dejar de pelear.
Rendición, muerte personal, suicidio moral…
Siempre entenderé a quién, habiendo intentado ser él mismo, habiendo recibido el castigo de la sociedad (SUCIEDAD) ha decidido rendirse, se ha arrodillado, superado por la apisonadora del día a día, optando por sucumbir para sobrevivir.
Los entiendo, los comprendo y los valoro, porque lo han intentado al menos.
La opción es dura y quema, abrasa, deja heridas incurables, pero abre caminos únicos, inesperados, llenos de verdadera vida, y no de esa mierda que nos venden enlatada en la tele, y que llaman realidad.
La realidad está dentro de cada uno de nosotros, dale una oportunidad, dentro de tus posibilidades pero dásela, inténtalo.
El mero hecho de probar te abrirá la puerta a un nuevo camino.
Si no te gusta siempre tienes la posibilidad de volver a cerrar la puerta.
[Haz click aquí si quieres conocer la historia de la foto de portada]
…lo malo es reconocerse en ese texto, y no ser capaz de afrontarlo.
No te lo reproches Alicia, todos lo hacemos lo mejor que sabemos en cada momento, ya el resultado de nuestros actos sea bueno o malo para nosotros. Es mucho peor el no reconocerse porque eso quiere decir que se vive en la inconsciencia y en la esclavitud de la ignorancia, de los condicionamientos y de los automatismos. El primer paso ya los has dado, ahora solo queda seguir caminando en la misma dirección, y quizá buscar alguien que te acompañe hacia el mismo fin para recorrer el camino juntos.
Un fuerte abrazo.
Creo que en su día ya hablamos sobre esto, para mi ese texto es tan inspirador y describe de una manera tan precisa los pensamientos que más me queman por dentro……
Lo tengo en mi móvil y todos los meses lo leo al menos una vez para que no se me olvide ni una coma y así intentar que no me «anestesie» esta «sociedad (suciedad)»
Un abrazo par ti y otro para José Molay allá donde se encuentre.
Cierto Majín, recordé lo que dijiste sobre que lo tenías siempre muy presente mientras escribía para homenajearle con este artículo.
Ahora ya tienes un enlace web para compartir con quién estimes que pueda necesitar de estas sabias reflexiones 😉
Un fuerte abrazo.
Cuesta ser uno mismo, cuesta no seguir las líneas establecidas por la familia y la sociedad, pero a la final cuesta más no ser fiel a lo que sientes y piensas, porque al no hacerlo te vuelves cínico, malhumorado, infeliz…
Decir no es un arte que es necesario dominar para ser felices 🙂
Todo se resume en si estás o no dispuesto a pagar el precio de las decisiones que tomes (o dejes de tomar), en el sentido que sea.
El miedo y la incertidumbre ante «lo que pueda pasar si…» juegan un papel muy importante a la hora de decidir, y muchos deciden quedarse con lo que tienen y conocen, antes que luchar por lo que quieren y desean.
Es muy respetable, pero el problema surge cuando los que se conforman no respetan a los que no lo hacen, y reflejan en ellos su frustración por no saber enfrentarse a sus decepciones, en forma de reproches e inconvenientes que solo reflejan su propia incapacidad.
Gracias por pasarte y participar Diana.
Un saludo para dondequiera que estés 🙂
Efectivamente, mejor descrito no puede quedar. Decir no o «basta» conlleva alejarse de todo lo conocido hasta ese momento, y sí, hablo de personas.
Cuesta muchísimo porque les tenemos aprecio ( o no pero son nuestras caras comunes ) y parece que les hacemos daño cuando les contestamos de forma tajante o negativa ante algo que no nos está cayendo bien. Estamos educados para que la mayor parte de las veces seamos agradables y condescendientes con los demás, como muestra (equívoca) de no faltarles el respeto y/o buscar enfrentamientos… pero en realidad, cuando nos encontramos ante ese tipo de situaciones haciendo cosas que ni nos apetece hacer, perdiendo el tiempo, sintiéndonos fuera de lugar, a los únicos que faltamos el respeto es a nosotros mismos.
Suena típico pero no por ello deja de ser verdad.
Lo de «quedar bien», la mayoría de las veces nos sale de una forma casi natural, no por lamerle el culo a nadie sino por costumbre. No estaría mal probar llevar la contraria a un par de personas a las que se tenga en estima, simplemente defendiendo tu postura y tu opinión con respecto a un tema. Probablemente te lleves una sorpresa pero….
lo a gusto que se queda tu cuerpo (y tu mente) tan solo es el principio del beneficio, que también tiene, el decir no desde las vísceras o, en mi idioma, ¡dejar de que te toquen los cojones!
Y he ahí la clave entre las claves Ana:
Si quieres que te respeten empieza por respetarte.
Si quieres que te amen empieza por amarte.
Si quieres que te odien empieza por odiarte.
Si quieres hacer feliz a otros empieza por hacerte feliz a ti.
Si quieres cambiar el mundo empieza por cambiarte a ti.
Resumiendo:
Sé el ejemplo que quieres ver en el mundo, empieza por ti.
Eso es todo… desde las vísceras 🙂
El súper pringao que dice sí a todo por contentar la voluntad ajena, aunque esa voluntad ajena sea muchas veces el caprichito, la forma de ser tiránica o, simplemente, imbecilidad y estupidez. Señoras y señores!! tengo el placer de presentarles a ese súper pringao!! YOOO!!!.
Por no haber sabido negarse -mejor dicho, por no haberse atrevido-, por no haber mandao a tomar por culo en más de ochocientas mil ocasiones a alguien (perdón), por no haberse a trevido a soltar dos buenas hostias, por intentar ser siempre el simpático, el agradable, el «buenazo» («hay que ver la paciencia que tienes y lo buena persona que eres»), etc, etc, etc, debemos condenar y condenamos al Pringao a: Angustia, culpabilidad, complejo de cretino, tristeza y soledad a cadena perpetua.
Tratamiento: Varios litros de alcohol cada ocho horas.
Un verdadero pringao ni siquiera ha empezado a ser consciente de todo lo que tú has descrito, y que no es sino el primer paso para dejar de pringarse haciendo todo lo que otros quieren.
Sin embargo detrás de esta conducta se esconde una clave, y es que todo lo que hacemos tiene que ver con lo que nos produce placer o dolor, y por eso te invito a leer un artículo que he escrito sobre el tema que quizá te pueda resultar bastante esclarecedor:
Dolor y placer, las fuerzas que dirigen tu vida
¡Un saludo!