El resonar de las olas del mar arribando a la costa, el arrullo del viento acariciando las rocas, el trinar alegre de los pájaros, la luz y el calor menguantes en el camino del sol hacia el ocaso, me proporcionaban multitud de estímulos para los sentidos y no era ni mucho menos silencioso, pero la calma interior que podía sentir en aquellos momentos me pareció como el más glorioso de los silencios.
Biografía del silencio
Ya ves que me he puesto en plan poeta y rollo tipo ‘cómo me estoy gustando’, pero es que tanto la foto que encabeza este artículo, como mi descripción de ese momento, me vienen que ni pintados para lo que sigue…
Hoy voy a hablarte del libro biografía del silencio del escritor español Pablo D’ors, porque me apetece y porque lo merece, ya que creo que es una obra que encaja perfectamente en este espacio por lo transgresoras que me han resultado muchas de sus reflexiones.
Biografía del silencio es un relato que narra la experiencia personal de su autor, como si se tratase de un diario personal de sus vivencias, y en él nos habla principalmente de su viaje hacia la meditación y de su utilidad para la obtención de esa paz interior que tanto necesitamos para disfrutar de una vida más plena (espiritualmente hablando).
Además de ser escritor Pablo D’ors estudió filosofía y teología, se doctoró en germanística, y fue ordenado sacerdote católico en 1991, ejerciendo últimamente como consejero del pontificio consejo de la cultura, que suena técnico que te calientas, pero parece ser que es un organismo que trabaja para la cultura y también para el diálogo con los herejes no creyentes como yo.
Aún así te cuento que, siendo yo ateo confeso repudiante de la religión, y él sacerdote y consejero del catolicismo, pues me gusta como escribe, mucho de lo que escribe, y hasta me cae bien el tío.
La prueba está en que su libro me parece ameno, fácil de leer, enriquecedor, profundo y merecedor de que no solo haya tomado cuatro páginas de apuntes sobre sus interesantes reflexiones, sino que también vaya a compartir muchas de esas notas contigo en este espacio.
¿Seguimos?
¡Yeah!
La verdadera vida está detrás de lo que nosotros llamamos vida
Vivir demasiadas experiencias puede ser perjudicial porque no estamos configurados para la cantidad sino para la calidad. No viajar, no leer, no hablar… todo eso es casi siempre mejor que su contrario para el descubrimiento de la luz y de la paz interior.
Cuando buscamos es porque solemos rechazar lo que tenemos. Si en mi vida todavía hay demasiadas búsquedas significa que también hay demasiada poca aceptación.
Es absurdo condenar la ignorancia pasada desde la sabiduría presente. Actuamos siempre conforme a la sabiduría que tenemos en cada momento, y si actuamos mal es porque, al menos en ese punto, había ignorancia.
Todos los pensamientos e ideas nos alejan de nosotros mismos. Tú eres lo que queda cuando desaparecen tus pensamientos.
La vida, cualquier vida, es mucho más hermosa e intensa que la mejor de las fantasías. Cuesta mucho aceptarlo pero no hay nada tan pernicioso como un ideal, y nada tan liberador como una realidad, sea la que sea.
Vivir bien supone estar siempre en contacto con uno mismo, algo que solo fatiga cuando se piensa intelectualmente y algo que, por contrapartida, descansa y hasta renueva cuando se lleva a cabo.
Todo sin excepción, una vez conseguido, nos decepciona un poco. El descubrimiento de la desilusión es nuestro principal maestro, y son las ideas lo que nos decepciona. Todo lo que me desilusiona es mi amigo.
Pensamos mucho en la vida pero la vivimos poco
El ochenta por ciento de nuestra actividad mental es irrelevante, prescindible, e incluso contraproducente. Es mucho más saludable fiarse de la intuición, del primer impulso. Casi ninguna reflexión mueve hacia la acción, la mayoría conducen a la parálisis.
Tanto más se piensa tanto más se debe meditar, esa es la regla.
Todo problema no es más que una idea que yo tengo sobre determinadas situaciones. Y la situación no es el problema, lo es mi idea sobre la misma. En cuanto abandono la idea el problema desaparece. Basta no tener ideas sobre las cosas o situaciones para vivir completamente dichoso.
La fórmula es tomar las cosas como son, no como nos gustaría que fueran. No hay que nadar en contra de la corriente de la vida, sino a su favor. Ni siquiera hay que nadar, basta abrirse de brazos y dejarse llevar.
Todas nuestras ideas deben morir para que por fin reine la vida. Y todas quiere decir todas, también la idea que podamos habernos hecho de la meditación.
Todo esfuerzo que se invierte en uno mismo da fruto tarde o temprano. Estar bien con lo que eres, eso es lo que se debe aprender. Ver que estás bien como estás, eso es despertar.
Vivir es prepararse para la vida.
El dolor es nuestro principal maestro
Reaccionar ante el dolor con animadversión es la mejor manera de convertirlo en sufrimiento. Lo que nos hace sufrir son nuestras resistencias a la realidad.
Para conectar con el dolor es preciso hacer exactamente lo contrario a lo que nos han enseñado: no correr, sino parar; no esforzarse, sino abandonarse; no proponerse metas, sino simplemente estar ahí.
La meditación es el arte de la rendición, y nos enseña a abrirnos al dolor. Apacigua la máquina del deseo y estimula a gozar de lo que se tiene.
Tanto más deseemos y acumulemos, tanto más nos alejamos de la fuente de la dicha.
La dicha no es ausencia de desdicha, sino consecuencia de la misma. La desdicha es poderosa y hace estragos si somos inconscientes de su causa y sus ramificaciones.
El dolor deja de ser tan doloroso cuando te acostumbras a él.
Podemos tomar lo que la vida nos ofrece como obstáculos, pero es más razonable, más saludable, tomarlo como oportunidades para evolucionar y avanzar. Los grandes escollos de la vida son los que mayormente nos hacen crecer.
Lo mejor que se puede hacer cuando se tiene un problema es vivirlo.
Sufrimos porque pensamos que las cosas deberían ser de otra manera, y en cuanto abandonamos esta pretensión dejamos de sufrir.
El devenir es mucho más sabio que nuestras ideas o planes. Pensar lo contrario es un error de perspectiva y la causa última de nuestro sufrimiento y de nuestra infelicidad.
Lo que sucede es siempre lo mejor que podría haber sucedido.
La pura observación es transformadora
La felicidad es esencialmente percepción. Si nos limitáramos a percibir llegaríamos por fin a lo que somos. El ser humano empieza a vivir en la medida en que deja de soñar consigo mismo, y se sumerge en lo que está haciendo.
No hay arma más poderosa y eficaz que la atención plena.
Si todo lo que veo y experimento no me sorprende es porque, mientras emerge, o antes incluso de que lo haga, lo he sometido a un prejuicio o esquema mental, imposibilitando así que despliegue ante mí todo su potencial. La meditación ayuda a recuperar la niñez perdida.
Si se mira bien, y eso es en lo que educa la meditación, todo es siempre nuevo y diferente. Se aprende a no querer ir a ningún lugar distinto a aquel en que se está.
Quien abandona la quimera de los sueños entra en la patria de la realidad. Y la realidad está llena de olores y texturas, de colores y sabores que son de verdad. Meditar es tirarse de cabeza a la realidad y darse un baño de ser.
No es en absoluto necesario juzgar, basta con observar. La simple observación es ya eficaz para el cambio. La atención es la madre de todas las virtudes.
Meditar consiste en no imponer a la realidad mis propias filias o fobias, en permitir que esa realidad se exprese y que pueda yo contemplarla sin las gafas de mis aversiones o afinidades. No manipular, limitarse a ser lo que se ve, se oye o se toca.
A quien no medita le gusta, por lo general, vivir con emociones. A quien medita, en cambio, sin ellas.
Al meditar se descubre que a la vida no hay que añadirle nada para que sea vida, y todavía más, que todo lo que le añadimos la desvitaliza.
No basta con sentarse en silencio, hay que observar lo que sucede dentro, esas son las reglas del juego. El propósito de la meditación es enseñar la vida real, no la ficticia.
Cualquier meditación, aun la más corta, aun la más dispersa, es buena para nuestra alma: sentarse a meditar en silencio es siempre lo mejor que se puede hacer.
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Es para darle unas cuantas vueltas a todas y cada una de las frases ¿no te parece?
Te confieso que actualmente no estoy meditando nada de nada. Hace ya varios años que me peleo con este asunto, intentando primero aprender a meditar correctamente, y después a ser constante, pero por ahora siempre he acabado fracasando y dejándolo.
Pero creo que después de escribir este artículo es un gran momento para volver a intentarlo ya que, además de haber refrescado y reforzado mis ideas positivas sobre la meditación, sentarse a meditar es siempre lo mejor que se puede hacer, como dice Pablo D’ors.
Además se puede meditar no solo sentándote en silencio en una silla que mira hacia una ventana, como hacía yo: estar muy presente en un atardecer, o paseando, o haciendo deporte, o viajando, o cocinando, o comiendo, o conduciendo, o duchándote, o haciendo ganchillo, o lo que se te ocurra que puedas hacer con atención plena, también vale.
Por cierto…
¿Y a ti qué se te ocurre?
[Foto realizada en el mirador de la Garañona, Tenerife, España]
Hola Juan
Que interesantes me parecen las reflexiones y tus notas. Y es que por lo menos a mí, me invitan a crecer, simplemente porque conecto con lo que escribes.
Una de las frases que me ha resultado más potente es cuando dice: » tú eres lo que queda cuando desaparecen tus pensamientos».
Diría que lo que queda es el ser, o el alma… (asignarle un nombre tampoco es lo importante) un «estar en mí» más allá de los pensamientos, dejando el ego a un lado.
Para desde ahí poder mostrarse tal cual, sin adornos, porque aun sin tener ni idea, las respuestas que necesitamos puede que ya se encuentren ahí, en uno mismo ?, y no fuera.
Y lo que voy a soltar ahora, suena cursi… pero, creo que dejando «ser» permite además conectar de otra manera con los demás, no digo más especial pero sí diferente.
Disfruta mucho la experiencia de retomar esa nueva forma de meditación, por lo que se ve, has recopilado argumentos de sobra!
Gracias por todo
Un fuerte abrazo
Ali
¿Qué tal pequeña saltamontes?
Ya veo que saltando cada vez más y más alto hasta el punto de estar a punto de echar a volar 😉
Es un tema realmente interesante. Hay muchas personas que no profundizan lo suficiente en sí mismas y viven siempre en piloto automático con las consecuencias que eso tiene; otras que están en el camino del autodescubrimiento y se encuentran con muchos obstáculos; y otras como por ejemplo Pablo D’Ors que ya parecen haber alcanzado esa claridad y paz interior.
Cada uno realiza su particular viaje y me alegra saber que compartir el mío por aquí, y acompañarme de otros inquietos marinos por ahí, puede contribuir en algo a que la travesía de todos llegue a buen puerto.
Todo lo que compartamos desde la esencia y no desde el Ego por supuesto que me parece más valioso, porque para empezar será más honesto y auténtico, así que sí: dejémonos ser… ¡y a por más argumentos!
¡Abrazote!
Hola Juan!
Pues yo creo que la mejor manera de hacer cualquier cosa es el punto medio, y aunque entiendo a que se refiere Pablo d’Ors y estoy de acuerdo en que busques lo que busques está en tu interior, creo que depende donde vivas y el ritmo de vida que te rodee es prácticamente imposible mantener al 100% esa atención plena.
También me gusta pensar que, entre pasarte el día perdido dentro de tu interior o meditando y pasarte la vida siempre fuera sin intrigarte ni investigarte absolutamente nada,existe la posibilidad de adaptarse a la vida diaria, al sistema en el que vivimos y a algunas de nuestras necesidades más básicas sin dejar de conocernos, crecer y aprender.
No sé si me he explicado bien. A veces me da la sensación que cuando empiezas a perderte en la vida interior se te olvida cuidar de lo que te rodea.
Un saludo.
Estoy de acuerdo contigo en lo del equilibrio Ester, lo que ocurre es que ese equilibrio está ubicado en puntos muy diferentes dependiendo de cada persona. Por eso cada cual ha de buscar y establecer el suyo propio, y para Pablo D’Ors ese punto puede estar en meditar muchas horas cada día.
Como muy bien dices las respuestas están en nuestro interior y es nuestra responsabilidad encontrarlas para poder usarlas en nuestro ‘viaje’. Y yo creo que en nuestro mundo interior no debemos perdernos, sino encontrarnos. Si nos perdemos es porque que no estamos buscando de la manera adecuada, ni sabemos aplicar nuestros descubrimientos de la forma que necesitamos.
Mundo interior y exterior no deben excluirse sino complementarse, algo parecido a lo que pasa con las parejas en una relación, y es por ahí que resoplará nuestro equilibrio, tan solo debemos avistarlo con claridad y navegar hacia él.
¡Un abrazo!
Hola, Juan.
La verdad es que me ha gustado mucho leer algo tan ameno.
Me hizo mucho sentido eso debque cuando hay muchas búsquedas es porque hay poca aceptación.
Y aunque parezca que tener objetivos y aceptar la realidad som dos extremos, para mí al menos, no es tan así.
Querer alcanzar algo estando seguro del camino que llegamos es diferente a esa búsqueda constante que solemos llevar a cabo cuando nuestra vida no es la que queremos, pero tampoco sabemos muy bien cómo la queremos. Y eso es lo inquietante: nobquerer estar en un lugar, pero tampoco saber hacia dónde ir.
Y es que para encontrar ese camino, antes debemos conocer nuestra realidad, externa e interna. Y porsupuesto que aceptarla. Creo que ese es el punto de partida.
Eso es todo. Te mando un abrazo!
Todo depende de lo que entendamos por búsquedas y por objetivos Daniel.
Para mí una búsqueda tiene más que ver con descubrir cómo somos, funcionamos y lo que nos mueve; las creencias, valores y condicionantes que nos conducen a hacer lo que hacemos. Lo enfoco como una mirada al interior buscando nuestra esencia y comprendernos, y desde esa comprensión entender la realidad que nosotros mismos construimos.
Un objetivo sería una meta específica que queremos alcanzar, aunque para mí cualquier objetivo debería fijarse a partir del conocimiento y la comprensión de las búsquedas que he mencionado antes. Estoy completamente de acuerdo contigo en esto.
¡Un abrazo!
Gracias por reflexionar la vida con otros
Gracias a ti, Emilia, por reflexionar y agradecer la vida con otros.