Todos somos especiales, diferentes, únicos e irrepetibles, pero si algo tenemos en común es el deseo de ser felices. Para alcanzarlo cada uno maneja sus propias herramientas en forma de creencias, aspiraciones, valores e ilusiones, pero por desgracia seguimos sin saber muy bien qué es lo que en realidad nos acerca o aleja de la ansiada felicidad.
Unos piensan que el secreto está en poseer más cosas, otros que en vivir más experiencias, muchos lo sitúan en adquirir prestigio, poder, fama o relevancia, otros lo ponen en manos de las relaciones con familia, pareja o amigos, y otros muchos lo sitúan en el marco de fijarse metas y alcanzar objetivos.
Pocos se dan cuenta de que la felicidad es un estado interno que no depende de lo que haces, tienes, consigues o te sucede, sino de la actitud que adoptas al respecto.
¿El resultado?
Un inconformismo patológico
Tener un buen trabajo, comprar todo lo que deseas, conseguir pareja, tener amigos, ser importante o alcanzar tus objetivos seguramente te va a proporcionar un cierto grado de satisfacción, de eso no tengo dudas, pero tampoco las tengo acerca de que se trata de una satisfacción efímera que se desvanecerá rápidamente con el paso del tiempo si no se procesa desde la actitud adecuada.
La carrera de la rata no solo va de permanecer encadenados al plan de vida establecido por la sociedad, los agentes económicos y los gobiernos, también va de ser esclavos de una serie interminable de deseos, planes, metas, aspiraciones y sueños que no nos permiten disfrutar de lo conseguido, incapaces de renunciar a nada y deseando constantemente algo más o algo nuevo.
Pero resulta evidente que lo nuevo nunca lo es por demasiado tiempo, y además funciona como una droga que nos convierte en adictos al consumo indefinido de todo tipo de bienes, relaciones y experiencias. Una especie de azúcar emocional del que cuanto más consumes más necesidad tienes.
A mi me gusta describirlo como que uno sabe lo que quiere hasta que lo consigue, después sencillamente quiere otra cosa.
Y estoy hablando de un tipo de inconformismo patológico que nos conduce hacia una espiral de insatisfacción permanente. Que nos permite disfrutar de fugaces momentos felices de la mano de nuestros logros, pero que nos aleja del verdadero bienestar que desemboca en una vida realmente plena.
En las sociedades modernas la gente feliz no interesa porque no consume demasiado. El verdadero negocio está en la gente insatisfecha que siempre quiere algo más, algo nuevo, y es precisamente ese inconformismo el que se fomenta a través de los valores y la propaganda con la que se nos bombardea a diario.
Idolatría, fama, prestigio, posesión, relevancia, poder, comparación, influencia, envidia, ambición…
¿Te suenan de algo?
Si es que no, te felicito por ser ‘un bicho raro’, pero tan solo tienes que bucear un poco en las redes sociales, abrir un periódico, o ver un rato la televisión, para darte cuenta de lo que estoy hablando.
El Poder de la Renuncia
Está muy bien eso de tener inquietudes, proyectos, objetivos, sueños e ideales. Un inconformismo que nos permite progresar y mejorar en la vida, evolucionar como seres humanos y explotar nuestras capacidades. Pero todo ello visto desde una perspectiva sana y una actitud equilibrada que consiste en que nuestras ansias de más y mejor no nos impidan disfrutar y valorar todo lo que tenemos a nuestra disposición en el momento presente.
Porque sentirnos felices y satisfechos, o todo lo contrario, está muy relacionado con la manera en que percibimos nuestra situación actual, con nuestra capacidad de apreciar lo que somos y poseemos aquí y ahora. Algo así como un persigue lo que quieres valorando lo que tienes.
Si no eres capaz de sustraerte de la generación constante de necesidades que promueve la sociedad moderna, y de la ambición y el inconformismo patológico que esto genera, estarás condenado a perseguir sin descanso logros cuya satisfacción además de efímera, te convertirá en un yonqui desesperado por conseguir su siguiente dosis.
No confundas la satisfacción obtenida por esos logros con la felicidad, no tienen demasiado en común. Pero mientras te aclaras te cuento que aprender a renunciar resulta clave.
El poder de la renuncia consiste en darnos cuenta de que no podemos elegir lo que somos ni podemos ser lo que queramos, de que no podemos conseguirlo ni tenerlo todo.
El inconformismo y la ambición seguro han contribuido a que la raza humana haya avanzado y prosperado hasta lo que es hoy día, pero actualmente se han convertido en un grave problema psicológico que desemboca en miedo al fracaso, a no darlo todo, a no ser nadie, a ser menos, a no ser perfectos, a no hacer lo que otros hacen, a no conseguir lo que otros consiguen.
Y con este pésimo enfoque lo que obtenemos es frustración, estrés, angustia, depresión y vivir todo el tiempo pendientes de lo que nos falta, desvalorizando lo que ya tenemos en una especie de carrera vital desenfrenada dónde más siempre es mejor y la meta nunca se alcanza.
¿Cuál es tu precio?
Debemos aprender que todo tiene un precio, averiguar cual es ese precio, lo que estamos dispuestos a pagar, lo que somos capaces de pagar, y tomar las decisiones consecuentes al respecto.
Hemos de averiguar quienes somos, cómo funcionamos, y lo que somos capaces de hacer y soportar. Solo así podremos empezar a obtener certezas acerca de a qué podemos aspirar y a qué debemos renunciar.
Todo ello para alcanzar un equilibrio entre lo que tenemos y a lo que aspiramos. Un equilibrio entre un inconformismo sano por lo que deseamos conseguir y una satisfacción igual de sana por lo que ya hemos conseguido.
Toca elegir.
Y elegir bien implica saber aceptar y saber renunciar, pero también implica pagar un precio.
¿Sabes ya cuál es el tuyo?
[Foto de portada realizada en el mirador de la montaña roja. Tenerife. España]
Hola!
Muy buen artículo, muy bien pensado y construido, ahora bien, la pregunta que actualmente me hago es la siguiente: «Como ser feliz en este momento de austeridad ?!» Y no creas, no soy un egoísta, quizá más bien lo contrario. Es decir que tiendo a conformarme con poco. El problema que encuentro es más el no tener lo suficiente, y no ya para mí, sino que en el país donde vivo hay, paradójicamente, un mayor bienestar económico pero no para todos, los pobres somos cada vez más solicitados al contrario de las clases más altas, siempre te piden más de lo que te dan. Ahí es donde se podría decir que radica el punto crucial de nuestra sociedad actual. Que cada vez te dan menos y te exigen más. Que si no eres dueño de lo mínimo que te permita una vida en autarcía no se te deja ser feliz. Volver hacia atrás, vivir de tu trabajo en un pequeño sistema agrícola que te permita vivir, eso podría ser una solución. Pero ni eso a día de hoy será posible, sea por el cambio climático, sea por el problema de simplemente ser propietario de algo. Se te va a exigir siempre más de lo que tu alcances a producir… Como puedes ver me interesa lo que escribes, estoy tratando de encontrar la solución en mí mismo, vivo con lo extricto necesario, sin medio de locomoción propio, aún así mis obligaciones a fin de mes sobrepasan mis ingresos. Cuál es la fórmula para ser feliz?! Lo intentó en cuanto a lo humano, en cuanto a lo relacional, pero lo que estoy viendo es que todo influye como un dominió que cae en cascada y afecta a cada sector de tu vida y de tu persona… Quizá aún no lo hemos comprendido, quizá la felicidad no está ni en el dinero ni en el poder, quizá estamos caminando por un camino equivocado o quizá, aún, no nos están dejando la posibilidad de simplemente vivir tu propia vida de la forma que tú elijas o deseas, de tener tan solo lo indispensable para vivir y poder ser feliz…
Que posibilidad podría existir aún, puede existir una solución ? Sería posible todavía de poder en contrar una salida a todo ello buscando en sí mismo ? Es la fé uno de los posibles caminos? A caso sabemos cuál es la misión en nuestras vidas y el hecho por el cual se nos dió está existencia en esta vida y en esta Tierra nuestra de cada día ?! A caso sabemos el porqué ?!
Yo te diría que te quedaras con esta frase A. Castro: «la felicidad es un estado interno que no depende de lo que haces, tienes, consigues o te sucede, sino de la actitud que adoptas al respecto.»
Para mí es muy reveladora y esa actitud de la que hablo es la que intento implementar cada día en mi vida, sean cuales sean mis circunstancias.
Está claro que, debido al sistema en el que estamos inmersos como sociedad, el dinero es un factor importante que nos facilita la vida, pero estoy seguro de que conocerás casos en que sucede lo contrario y personas con mucho dinero pueden ser muy infelices.
La diferencia no está en la cantidad de dinero que tienes, que es una mera herramienta, la diferencia está en la actitud que tomas al respecto, y de la que depende tu mayor o menor grado de felicidad. Obviamente si no tienes recursos suficientes para satisfacer tus necesidades básicas la cosa se complica.
Para bien y para mal el ambiente y la sociedad nos condicionan, y todos estamos en el dilema de tomar las mejores decisiones que nos conduzcan a encontrar el mejor camino para poder disfrutar de nuestras vidas. Sin embargo no creo en misiones vitales o planes predeterminados así que mis inquietudes no pasan por encontrar un por qué, sino un cómo.
Muchas gracias por tu aportación.
¡Un abrazo!
A. Castro yo me encuentro en una situacion similar, pero creo que puedo, con esto puedo, confío en que lo básico no me faltará y tampoco a mi hija y a su gato y a su perro.
Lo que estoy haciendo ahorita es encontrarme.con esta página que me ha traido hasta tu comentario y sólo quiero decirte que confíes yo estoy tratando en este momento, confiar en todo añgo muy importante estoy viviendo por que? No lo sé e intento que no me preocupe necesito menos de lo que tengo, pienso que tengo que hacer para conservarlo y mantenerlo si lo quiero conservar… no sé cuando escribiste si vas mas adelante que yo escribeme…
So pena de revelarme como simplón y, quizás, una rata más en la carrera, lo cierto es que me he vuelto adicto al trabajo. Me hace sentir bien, realizado.
Sin embargo, creo que eso mismo a su vez, me ha hecho apreciar las pequeñas cosas mucho más: la cerveza con amigos, el leer un buen libro, el ir al gimnasio escuchando música etc etc
Vamos, que vivo en un cierto estado de plenitud y euforia por el momento presente y también por las expectativas futuras.
Por eso al leer tu filosofía y hoy éste artículo no puedo evitar verme como una rata más de esas, pero genuinamente feliz de ser rata. Punto para el sistema, quizás.
Un saludo, escribes muy bien!
De una u otra forma todos somos adictos al placer Gerard, y funcionamos buscando lo que nos da placer y huyendo de lo que nos produce dolor.
Te dejo un artículo que he escrito sobre el tema por si te apetece leerlo:
Dolor y placer, las fuerzas que dirigen tu vida
Cada uno ha de buscar el equilibrio en su camino, y de eso es de lo que hablo cuando digo que debemos aprender a elegir y averiguar cual es el precio que estamos dispuestos a pagar por esas decisiones.
Y lo cierto es que no tengo nada en contra de las ratas felices 😉
¡Un saludo!
El inconformismo patológico y la carrera de la rata al revés, en busca de sueños, objetivos y amores imposibles (te faltó esta categoría), puede terminar provocando tanta desidia como una vida pasiva y cubierta de sin sentido. Como bien dices, puede ser adictiva y genera mucha ansiedad, pues cuando se termina alcanzando alguna meta parece que finalmente no lo disfrutas como esperabas y pasa tan rápido que lo normal parece ser la búsqueda de una nueva aventura más satisfactoria… No voy a entrar si esto se cumple en todo los casos o si es una verdad aplastante….Realmente es lo que dices: «la felicidad es un estado interno que no depende de lo que haces, tienes, consigues o te sucede, sino de la actitud que adoptas al respecto» algo difícil de poner en práctica. Hace falta mucha vida interior y mucho autoconocimiento para asimilarlo y vivir esta máxima en su plenitud.
Lo cierto es, Juan, que esa cadena de situaciones vibrantes da vidilla a la cosa y no hay nada más emocionante que ir de reto en reto poniéndote a prueba y rebasando tus propios límites. ¿Tú nos ha tenido alguna etapa en la que hayas sido un yonqui de sucesivas nuevas experiencias? ¿No has encontrado tu vida tan vacía que un día pegaste un puño en la mesa y acabaste con toda la rutina que te amuermaba una especie de coma vegetativo en el cual te encontrabas con los ojos aparentemente abiertos? ¿No te sentías más vivo que nunca llevando a cabo todas estas aventuras?
No creo que el nivel de frustración sea el mismo entre conseguir lo que queremos y luego pasar la siguiente cosa que la sensación de no haber intentado miles de cosas para llegar al punto de elegir (y renunciar ) a un sistema de vida plena.
¿qué sería para ti una vida plena?
Por otra parte, solo decirte que la gente que se siente ( y es) feliz también consume… pero a otro nivel. Necesita poco pero sigue necesitando.
Respecto a todo esto, creo que el ansia de más y mejor no nos impide disfrutar y valorar todo lo que tenemos, sólo que el haber conseguido ciertos logros nos hacen superarnos para seguir apostando por nosotros mismos. Porque yo si creo que podemos elegir lo que somos y lo que queremos. La frustración sería no intentarlo siquiera. Y la renuncia sólo llega cuando hemos perdido años en batallas inútiles dejando de hacer aquello que nos gustaba y nos inspiraba.
Echaba de menos tus elaborados comentarios Ana, muchas gracias por el tiempo que le has dedicado, me alegra tenerte por aquí de nuevo 😉
Pienso que la creencia de que algo es fácil o difícil determina nuestra actitud hacia ese algo, y es a través de ese enfoque que encaramos nuestras circunstancias, lo cual por cierto acaba influyendo en nuestras decisiones. Como digo todo es una cuestión de actitud, pero hay que tener en cuenta que la actitud se sustenta sobre nuestras creencias, así que primero deberíamos cambiar nuestras creencias si queremos cambiar nuestra actitud.
De lo que hablo aquí es de un ‘inconformismo patológico’ que no nos permite disfrutar de lo que tenemos y nos aleja de una vida plena, pero para nada estoy demonizando el ‘inconformismo sano’ que nos permite progresar, mejorar nuestra vida y disfrutarla más. Y para mí una vida más plena es aquella en la que tenemos menos necesidades por satisfacer, y las necesidades son muy variadas dependiendo de cada cual así que cada uno debe descubrir y asumir cuales son las suyas. Hay quien dice que ‘no es más feliz quién más tiene sino quién menos necesita’, que viene a ser lo mismo que decir que quién menos necesita suele tener menos necesidades por satisfacer.
Por otro lado también creo que quién necesita mucho está más lejos de la paz interior (ausencia de conflicto) que quién necesita poco, considerando también que la paz interior es un pilar fundamental de la felicidad que nos acerca a esa vida plena.
El inconformismo y la insatisfacción pueden impulsarnos a aprender, a crecer, a evolucionar, a experimentar y a vivir, pero debemos tener cuidad con convertirnos en adictos a la novedad y a perseguir logros, que es de lo que aquí hablo. Las emociones nos permiten hacer grandes cosas y vivir con intensidad, pero si no aprendemos a gestionarlas pueden convertirse en un pesado lastre que nos arrastre hacia el fondo con el fin de ahogarnos.
Mucho autoconocimiento y mucha vida interior, tú lo has dicho Ana y yo así lo creo, y es a eso que me dedico cada día intentando moldear mis creencias para mejorar mi actitud y con ello mi vida. A veces progreso y otras fracaso pero ‘creo’ sinceramente que es el mejor camino que puedo recorrer, donde están las mejores lecciones que debo aprender para intentar satisfacer mis necesidades.
Creo que no puedo elegir lo que soy ni puedo ser lo que quiera, pero también creo que sí puedo descubrir todo aquello de lo que soy capaz y desde esa actitud vivir de la mejor manera posible. Busco un equilibrio propio y único que seguramente solo me sirve a mí, y cada cual ha de buscar el suyo propio en su particular travesía.
«El poder de la renuncia consiste en darnos cuenta de que no podemos elegir lo que somos ni podemos ser lo que queramos, de que no podemos conseguirlo ni tenerlo todo.»
Esta sería la única parte, y curiosamente copiada antes de leer el comentario de Ana, en que la nos ponemos, ella y yo, totalmente de acuerdo.
La actitud y forma de pensar que adoptamos para buscar, entrar y mantenernos en la plenitud, no necesariamente tiene que ver con las posesiones o la necesidad.
Necesitar menos, simplemente dibuja el mapa del camino más fácil. Y lo han usado siempre las filosofías. Pero es otra creencia.
En cuanto a la frase que nos atañe, te diré que no creo que no podamos ser lo que queramos, lo que pasa, es que la complejidad del camino interior siempre se difumina y enturbia con las comparaciones. Creo, que es al alimentar el pensamiento con comparaciones (al intentar racionalizar eso) cuando surjen limitaciones y más frustraciones.
Realmente esto es divagar por divagar, porque ya sabemos de lo que hablamos…
Solo quería saludar!!
Un abrazo!
Compararse con otros y otras no deja de ser un aspecto de la actitud con la que enfrentamos la vida Kiko, y estoy de acuerdo contigo en que dificulta y enturbia nuestra existencia, ya que estar ‘rodeados’ de semejantes y compartir sistema y sociedad con ellos es algo de lo que resulta difícil evadirse.
Tus divagaciones siempre serán bienvenidas en este espacio compañero.
¡Un abrazo!
Hasta ahorita me siento presente
El problema muchas veces está en que nos inconformamos con lo que no somos, el miedo a no poder ser ese alguien que pensamos o que podamos fracasar en su búsqueda. Es por ello, que debemos de conocernos, quiénes somos, hasta dónde podemos llegar, cuáles son nuestras metas, ya que el límite no existe, todo es posible.
Conocerse bien me parece algo fundamental, y de ese conocimiento deriva tanto saber de lo que somos capaces como saber de lo que no. Algo imprescindible para aprender a ‘renunciar’.
He leído tu filosofía y aunque un tanto cruda me parece muy real. La sociedad nos empuja a una forma de vida errónea donde te hacen creer que el ser perfecto fisicamente, tener dinero, reconocimientos y niveles de estudio, es lo que te llevará a la felicidad, casarte, tener hijos y una carrera como sinónimo de una persona realizada… Pero no es una realidad. Como bien lo mencionas y lo he dicho en varias ocasiones aunque con mis palabras; la felicidad no se encuentra afuera sino dentro de uno mismo y uno es quien decide cómo desea vivir su vida. Nadie mas tiene la culpa de nuestra mediocridad más que uno mismo. Yo soy lo que pienso, Yo soy lo que actúo, Yo decido sufrir o sonreir…. Gracias por tus aportaciones y compartir tus filosofías
Gracias a ti Mary, por compartir tu opinión.
Si bien estoy de acuerdo contigo en que la felicidad nace ‘de dentro’, quiero añadir que para llegar a ella me parece necesario mucho trabajo de consciencia y auto conocimiento. Un trabajo que muchos no son capaces de hacer, o no hacen, y de ahí que permanezcan en la inconsciencia y esclavizados por los condicionamientos.
Tomamos decisiones a cada momento, todos los días, pero la mayoría de ellas son condicionadas y automáticas, y no será hasta que las hagamos conscientes que podremos verdaderamente decidir y caminar hacia lo que queremos ser.
¡Un abrazo!